A Jesús Blancornelas periodista valiente, descanse en paz
Mientras la clase política mexicana, toda, debate y especula sobre la conformación del gabinete de Felipe Calderón, analiza una vez más la situación en Oaxaca, mientras la Cámara de Diputados repiensa su agenda legislativa, mientras los partidos se enfrascan en velados y abiertos combates internos, mientras todo esto pasa el país, México está en guerra.Suena, tal vez, exagerado. Exagerado puede ser porque no hay un ejército guatemalteco marchando hacia la capital. Pero aun cuando no es una guerra formal, es una guerra.Las muertes por ejecuciones, los policías muertos, la violencia en Acapulco, los motines en Michoacán, el sitio en Nuevo Laredo, la proliferación de armas largas, cortas y blancas, las granadas, los ataques a diarios que investigan, los autos blindados, los levantamientos, los secuestros. Dispense usted pero esto es una guerra.En los últimos tres años el incremento en la violencia ha sido diario y se está empezando a convertir en algo cotidiano.Recuerdo cómo quedé perplejo cuando vi a radicales islámicos decapitando a supuestos enemigos. Más perplejo quedé cuando me topé con la fotografía de 5 cabezas arrojadas en un bar de Michoacán.Nos está alcanzando la locura de la guerra entre facciones, sicarios, narcos, bandas. El crimen organizado está tomando como campo de batalla nuestras calles, nuestras casas, nuestra nación. Y escandaliza la insuficiencia que tenemos para hacerle frente.Lázaro Cárdenas y Zeferino Torreblanca suplican, ruegan por ayuda. Pero la ayuda no llega, en gran medida porque este país no ve, no sabe, no quiere saber qué tiene en ciernes un enfrentamiento bélico de proporciones colosales.En lo que va del año los muertos por ejecuciones o en asuntos relacionados al narcotráfico excede, por mucho, los saldos norteamericanos caídos en Irak.La guerra es silenciosa y toca todo, toca a las instituciones, a la gente, a la economía, a la confianza internacional, sólo parece no tocar a la clase política. Esa que sigue poniendo más atención a sus dineros que a los dineros para enfrentar esta situación. Ya no se puede callar más. Urge que todo el país, en conjunto, asuma y atienda este problema. La única manera de empezar a derrotar a estos grupos es con la acción colectiva y creativa de toda la sociedad. Las fórmulas del pasado están caducando seriamente y es tiempo de empezar a tomar medidas.Algunos dicen que se deben comprar más y mejores armas, otros que se debe reemplazar a todos los cuerpos policiacos, otros aseguran que una policía nacional sería un gran paso. Pero habría que pensar seriamente si la solución a esto es bélica.¿Podemos derrotar a estos grupos por la vía policíaca y militar? Hay gente convencida que la legalización de algunas drogas llamadas blandas, como la marihuana, es una solución mas útil y sensata. Es difícil saber, pero es hora de ponernos a pensar en el tema. Nuestro futuro depende de saber entender y resolver una situación que más que ‘colombianizarse’ se está volviendo imposible.Es así de elemental: cuando un país esta en guerra, lo primero y más importante es ganar esa guerra, todo lo demás viene después.
diciembre 03, 2006
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