marzo 03, 2007

México sale del ‘clóset’


A todas y todos aquellos que siguen en el silencio, para que pronto puedan ser sin temer

Hace unos meses, cuando escribí sobre la Ley de Sociedad de Convivencia, trataba de matizar los alcances de esta ley con lo que me resulta la posibilidad de un éxito mayor. Decía que era importante esta nueva legislación no sólo por lo que empezaba a permitir – derechos similares a todas las personas- sino porque abría de tajo la posibilidad de que en nuestro país se despenalizara el debate alrededor de las preferencias sexuales.
Lo fundamental es que entremos en una etapa que nos permita ir dilucidando en conjunto los lugares a los que queremos llegar, las condiciones en las que estamos, y las formas para garantizar que toda la gente tenga los mismos derechos.
La aspiración es que seamos un México que no le tenga miedo a decir lo que opina, que pueda dilucidar sus horizontes y tener la valentía de andar – aunque implique abrir brecha- hacia ellos.
Hoy tenemos la primera muestra de lo que implica poder aceptar las libertades del otro sin desplomarnos en un vacío de prejuicios, lugares comunes y todo lo demás que acompaña saber que alguien tiene una preferencia sexual distinta a la nuestra. Christian Chávez del muy popular grupo musical RBD decidió que, ya una vez ventilada su preferencia sexual, no iba a caer en la extravagante negación de lo obvio. Con todo cálculo de riesgos, personales y profesionales, optó por cortar de tajo la especulación y decirlo claramente: soy gay.
Es una de las primeras personas públicas en nuestra historia en reconocer su orientación sin ningún resquemor, al menos aparente.
Su comunicado transmite los temores naturales de ser el primero en entrarle al toro por los cuernos y poner en claro que las fotos de su vida íntima no eran mentiras, ni fotomontajes, ni nada. Era él con su pareja y, yo añadiría, a mucha honra.
La posibilidad de que este joven haya sido tan abierto con su orientación se debe, en lo esencial, a dos factores. Por un lado su innegable valentía y su pertenencia a una nueva generación que esta dispuesta a decir lo que es con menos complejos que las anteriores. Pero también pudo hacerse publico porque hay nuevas, incipientes si se quiere, pero nuevas condiciones sociales para esto.
Hoy decirse abiertamente participante activo de la diversidad sexual es menos costoso, menos dramático y menos condenable que hace 10 o 20 años, y ese es un triunfo de una sociedad que ha tenido cientos de mujeres y hombres que han salido a luchar por su derecho a decidir lo que son y a buscar su felicidad aun a costa del escarnio público.
La comunidad LGBTT (Lésbica, Gay, Bisexual, Transgénero y Transexual) ha logrado construir un espacio en el que, con todos los obstáculos aun presentes, puede ser sin tanto temor, puede existir y exigir lo que por derecho les corresponde, pueden enfrentar las lógicas discriminatorias con mejores herramientas. Eso es de aplaudirse y de respetarse.
Estamos en el umbral de un momento en el que podremos ir abriendo viejos baúles de silencio, de prejuicio, que por años hemos dejado acumular y la oportunidad de crecimiento como sociedad es inmensa.
Hoy las escuelas de avanzada no enseñan un solo tipo- monolítico- de familia, muestran la complejidad en la que ya muchos infantes están. Parejas homosexuales, madres y padres solteros, familias divididas por la migración, por la violencia, por libre decisión. Que nuestros niños y niñas no crezcan con nuestros prejuicios es un paso fundacional de una nueva ciudadanía. Una que sea respetuosa, generosa, justa.
En el futuro inmediato tenemos debates que seguirán abriéndose paso con vehemencia y dificultad, y más nos vale estar listos para darlos tranquila pero contundentemente.
Vienen propuestas para legalizar la eutanasia, para despenalizar por completo el aborto en las primeras 12 semanas de gestación, para legislar sobre los crímenes de odio. Además de asuntos como el de los militares y el VIH que han marcado, ya, momentos fundamentales en la ruta que instituciones y personas teníamos sobre esto.
Temas complejos pero al mismo tiempo inescapables para un país que aspira a ser mucho más de lo que hoy es.
Entremos a estos temas, salgamos del clóset silencioso que nos atrapa en nuestros propios temores y pánicos. Seamos capaces de romper nuestros prejuicios.
Que al final no es para nosotros, es para que las nuevas generaciones no sean victimas de nuestra negación a crecer.
Christian merece, como muchas y muchos antes pero menos públicos, un homenaje a su valor, audacia y congruencia. En la vida muchos errores podremos cometer, pero el no reconocer lo que somos es probablemente lo más inaceptable que hay.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Tienes razon en que se debe debatir y platicar como sociedad de temas que destruyen la integridad del ser humano y estimulan la violencia y discriminacion. Lo que faltaria es incluir a los expertos y grupos civiles para hacer leyes y reformas justas y autenticamente humanas. Felicidades por tu blog

Anónimo dijo...

Gracias por tu artículo. Creo que la base para el progreso de una sociedad está en su capacidad de dialogar, de respetarse unos a unos y de entender que nadie tiene la verdad absoluta.
No hay peor enemigo para la convivencia que la intolerancia y la existencia de prejucios que llegan a solapar las más grandes injusticias y crueldades.