octubre 23, 2009

Último artículo en Crónica


Hace unos meses publiqué este que fue mi último texto en La Crónica. Ahora inicia una nueva etapa.

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El largo adiós.
Luciano Pascoe Rippey

El día de hoy, con esta columna, termina un ciclo que ha sido de los más relevantes en mi vida profesional. El tres de agosto del 2002 este diario, Crónica, me dio la oportunidad de empezar a escribir en sus páginas. Con un pequeño texto sobre la crisis del Cisen, inicié un camino que me permitió compartir con ustedes mi visión del mundo, sobre los problemas de México, sobre la muerte, la vida, la gente que llega y la que se va.

Muchas son mis experiencias en estos siete años de esfuerzo casi ininterrumpido. Durante todo este tiempo nunca me sugirieron un tema, ni una sola ocasión. Siempre me dieron la posibilidad de debatir sobre todos los temas, instituciones y partidos. La Crónica me demostró que es, genuinamente, un espacio libre para la reflexión.

Desde aquí hablé sobre la masacre de niños en Beslán, Rusia, traté de revisar el tsunami y el costo humano y social, di cuanto pude para entender a los partidos políticos, di seguimiento a la desastrosa administración Bush, a la elección del 2003 y la presidencial del 2006. Desde esta tribuna pude alardear sobre mis afectos, promover mis ideas y –sobretodo– aprender con cada texto un poco más.

Este espacio me permitió descubrir la importancia de la palabra, lo relevante que es tener un espacio de lectura que sea público, la responsabilidad que viene con este tipo de privilegio. Además de lo útil que es para sistematizar el pensamiento el hecho de sentarse una vez a la semana a tratar de articular una idea, una opinión, que pudiese ser de interés para otros.

Desde esta columna festeje la llegada de mis dos hijos, agradecí la llegada de mi pareja a mi vida, y despedí a gente querida que se fue. Esta columna me dio la oportunidad de dar un poco de mí a muchos.

Hoy llega el momento de despedirme de este espacio, de decirle a La zanahoria del caballo que tendrá que esperar un poco antes de regresar. Es tiempo de ir tras otras aventuras, de ir a la construcción de un proyecto político relevante para nuestro país y que puede cristalizarse en el Partido Socialdemócrata.

Como en todos los cambios que hay en la vida, es fundamental mantener el rumbo. Saber que las convicciones son un motor para cambiar uno y todo. Me despido de este lugar que me dio tanta tribuna y tanta libertad, seguro de que los nuevos horizontes traerán a este diario más éxitos de los ya cosechados.

Estaré siempre agradecido y en deuda con Pablo Hiriart, Guillermo Ortega, con Francisco Báez, Fran Ruiz, el ingeniero Paz, y tantas y tantos más con los que compartí espacio y lealtad a este periódico. Mis años dentro y fuera del diario fueron de construcción continua y ardua. Aprendí tanto de tantas personas que sería una obscenidad tratar de enumerarlas y correr el riesgo de dejar a alguien fuera. La vida de comentarista, al igual que la vida en general, no debe ser vista como una carrera de velocidad, sino como una carrera de resistencia. Es mi deseo y anhelo algún día regresar a las páginas de este diario, pero eso sólo lo decidirá el tiempo y la vida.

Este es un largo adiós porque durará por siempre. Haber sido parte de este esfuerzo noticioso, haber contado con la confianza de tanta gente y con la lectura de ustedes hace que este adiós no tenga fin.

Gracias y adiós.

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