noviembre 23, 2009
La izquierda extraviada, debate obligado
En medio de un país convulsionado, con una presidencia de la República confrontada con casi todos los sectores sociales, un Congreso incapaz de explicar los motivos reales de sus decisiones a sus representados, una clase empresarial poco solidaria y regresiva en su idea de desarrollo, y con un sociedad que no demanda, ni exige, ni vota con la vehemencia y claridad que debería, surge de nuevo el debate sobre qué propone y qué dice la izquierda.
Hoy, más que nunca, el país necesita una izquierda clara, organizada, crítica, democrática y abierta.
Por eso resulta pertinente que el domingo el presidente legítimo - sea lo que sea que eso signifique - presentó a la sociedad un 'decálogo' para sacar al país de donde está (valga decir que hay mucho de bíblico en los decálogos y mucho de profeta en quién los baja de la montaña). Supongo que López Obrador nos ofrece sus ideas para abrir un debate nacional y que las discutamos, esperando que desde ese intercambio aparezca una rendija de luz para una nación extraviada y triste. No creo que sólo quiera que nos sumemos irreflexivamente.
Por ello es que desde este espacio doy mis humildes opiniones sobre este documento y lo que, en opinión mía, le falta.
Parto de la idea básica de que hoy la izquierda debe dejar las consignas y los dogmas, y ofrecerle a México propuestas posibles, útiles y que transformen la forma de hacer política e implementar un nueva política pública en nuestro país.
De poco sirven frases como 'austeridad republicana' si no ponemos el énfasis en terminar los programas asistenciales y populistas y los reemplazamos por proyectos de desarrollo de economías locales y regionales.
De nada sirve 'democratizar' los medios de comunicación si somos incapaces de respetar la vida institucional y democrática más elemental.
Creo que la propuesta del sector más dogmático la izquierda, reflejado en López Obrador, nos da la maravillosa oportunidad de empezar, en serio, a discutir un proyecto de nación, que ni alterno, ni alternativo, sea posible tomar en serio y no sólo asumir, cínica y lamentablemente, que es una lista de consignas.
Van pues mis opiniones sobre el 'decálogo'.
1. Rescatar al Estado y ponerlo al servicio del pueblo y la Nación, principalmente en los casos de la minería, la industria eléctrica y el petróleo
NdelaR. La idea de rescate implica, de entrada, que hay buenos y malos. Malos que tienen 'secuestrado' al Estado y buenos que lo liberaran. Una propuesta política incluyente y sabia no puede darse el lujo de partir de estos maniqueísmos retóricos. Hay que devolverle al Estado su capacidad de redistribución de la riqueza, recolocarlo para proteger los intereses nacionales en los casos mencionados, pero también hay un tema que estará transversalmente ausente en estos puntos: los derechos sociales y su ejercicio. Tenemos, como izquierda, que darle al país un estado de derecho que garantice que la ley se cumpla, para todos. Que los derechos se respeten, para muchos y para pocos, para unos y otras, para minorías y mayorías. La ley debe volver a ser el eje rector de la acción de gobierno. Y ni el gobierno de López Obrador en el DF ni al frente del PRD fueron exactamente imperios de la ley.
Por cierto, en ningún lugar de este proyecto se plantea algo que debe ser central para el entendimeinto de un México distinto, la defensa del estado laico. Hay que detener el avance del conservadurismo y de las posiciones dederecha que emanan hacia el PRI y PAN desde la jerarquía eclesiástica.
2. Democratizar los medios masivos de comunicación, porque "es inaceptable que un pequeño grupo posea el control y administren la ignorancia en el país en función de sus intereses".
NdelaR. Esto suena muy bien sobre todo para avanzar una agenda que supone que en manos de los 'buenos' los medios estarían mejor. La verdad es que si bien es indispensable repensar el modelo con el que se concesionan y operan los medios electrónicos en México, la izquierda debería ser capaz de plantear la democratización, primero, de los ámbitos cercanos a la clase trabajadora y los sectores proletarios. Hay que democratizar la vida sindical en México. El PRD ha decidido ignorar el tema ahí dónde ha gobernado, y hoy los sindicatos de trabajadores de los estados, de Pemex, de la SEP, de las minas, de la UNAM, son espacios de corrupción, compra venta de votos, pero además lastres cotidianos del desarrollo cultural, social y económico de México.
Hoy la izquierda debería de apostar a dar libertades a las y los mexicanos para que desde ahí ejerzan su derecho a decidir quién los gobierna y cómo. Si queremos aspirar a que las nuevas generaciones sean distintas, debemos ir a la desaparición de los sindicatos charros, sean de los buenos o de los malos y contribuir a que todos los sindicatos se vuelvan espacios democráticos, de desarrollo de la gente y de defensa del jodido, no de lucro de su miseria.
Cambiemos el modelo de los medios de comunicación, pero de verdad, no para acomodar la verdad de unos sobre la de otros. Promovamos la democracia hasta dentro de los partidos políticos, y así será creíble que la izquierda sí tiene vocación democrática.
3. Crear un nuevo modelo económico
NdelaR. Esta es una de esas consignas que, socorridas al máximo, uno no sabe bien a bien que significan. En primer lugar porque ahí donde han podido incidir ene se modelo, aunque sea poco, no lo han hecho. La izquierda parece gobernar igual que cualquier otro en este país, sin promover sociedades sanas y transparentes con el sector privado, con el sector académico y con la sociedad. La critica sistemática a los impuestos es un boomerang que pagaremos cuando tengamos que explicar porque en un país tan miserable, con ingresos petroleros a la baja. Es la recaudación la única forma de redistribuir la riqueza. Pero en la coyuntura nada importa: criticamos todo lo que hace la 'derecha' y nos mostramos incapaces de ofrecer opciones que no sean 'nuevos modelos económicos'.
¿Comunismo? ¿Feudalismo? ¿De qué nos hablan con esa idea de que hay algo nuevo y maravilloso que la derecha, por malvada, no quiere hacer?
El futuro no está en algo así de pomposo. Está en la ley, en la seguridad jurídica para el trabajador y el empresario, en derrumbar los monopolios, todos, privados y públicos -incluida nuestra intransitable demencia sobre Pemex-, ofrecer talento y conocimiento a los que lo buscan, construir espacios de convivencia que promuevan la creatividad y la innovación.
Lugares como el Poli, la UNAM, la UAM deben ser motores del desarrollo económico, no islas alejadas de la vida pública, cercanas a la política, a la economía, a la sociedad.
4. Combatir las prácticas monopólicas
NdelaR. Como lo dije arriba, la competencia es un valor central en una democracia eficiente y justa. Si vamos por los monopolios, hay que ir por todos. Los privados y los públicos. Empezando por Pemex. ¿Se atreverán los dogmáticos?
5. Abolir los privilegios fiscales
NdelaR. Totalmente de acuerdo, pero eso implica tomar decisiones poco populares y ahí siempre mis apreciados amigos de la gayola lopezobradorista tuercen el rabo. Hay que construir un sistema en el que los ricos paguen mas que los pobres. En el que los desfavorecidos no tengan al sistema tributarios socavándolos. Por eso la izquierda debe apoyar que haya IVA a alimentos y medicinas. Eso es acabar con los privilegios. Para que la nueva loción de DolceGabana pague IVA, hoy no lo hace, que el Head’nShoulders pague impuestos. Que logremos eso no me parece una tragedia, pero obligaría a los tradicionales a recular ¿podrán?
Si queremos apoyar a grupos vulnerables hagámoslo con programas de apoyo directo pero no dejemos que el jabugo y el sushi sigan exentos de impuestos. Estamos frente a un tema de la mayor trascendencia y la izquierda ha tendido a ser muy hipócrita en esto. El acento no debe estar en los impuestos, es un mecanismo de redistribución de la riqueza, el acento debe estar en el gasto, en los tipos de programas, ahí es donde ha desaparecido la izquierda y hasta Fernández Noroña que fue tan aplaudido por encarnar el reclamo de miles de personas que no quieren pagar impuestos, desapareció de la escena cuando se discute el gasto. Porque ahí todos cuidan su parcela.
Requerimos una izquierda que sea capaz de dar esos debates con transparencia y defendiendo sus gobiernos, pero también sus convicciones.
6. Ejercer la política como imperativo ético y llevar a la práctica la austeridad republicana
NdelaR. 'Austeridad republicana' entendida como dejar sin papel y lápices a las oficinas de gobierno, como recorte en fotocopias, pero no como eficientizar los gobiernos, lograr más con menos, invertir en profesionalizar a los funcionarios públicos, capacitarlos, transformar los sistemas obsoletos en nuevos eficientes. La eficacia con eficiencia son el mejor ahorro de un gobierno, la austeridad es para los funcionarios y sus gastos y esas si bien irritan mucho no son significativas en una economía. Logremos que la izquierda sea austera, pero sobre todo que ponga la eficiencia por delante.
Sobre la ética solo puedo decir que como parte de un discurso suena hueco y que frente al actuar de la izquierda pues más hueco aún. Así que es tiempo de dejar de ofrecerlo y empezar a hacerlo. Porque al final el comportamiento ético tiene sentido cuando permite que las políticas publicas y las propuestas se hagan realidad y no se vuelvan irrelevantes frente a intereses personales, de grupo o tentaciones de gobierno.
7. Fortalecer al sector energético
NdelaR. Es difícil este tema, y más para la izquierda que esta atrapada entre progresar y los discursos nacionalistas recalcitrantes. El sector energético requiere, como en Cuba, Brasil, Suecia y otros país que podrían entrar dentro de algún nivel de respeto para la izquierda en la que el lector milite, cualquiera que sea, una participación de la iniciativa privada que sea transparente, útil y que mantenga bajo control estatal lo que en materia de seguridad nacional así se considere, no lo que los dogmas históricos obliguen.
Que Pemex sea intocable suena más a un retroceso que un avance, que la CFE y LyFC sean defendibles en automático suena a un absurdo insostenible, heredado del PRI de los setentas, no del México de hoy.
Además y sobre todo, es indispensable que la izquierda plantee el tema sustentable, que volvamos a las energías alternativas y que se ponga sobre la mesa una política firme para desarrollar energía nuclear, solar, eólica y otras de forma sostenida. Seguir debatiendo el petróleo es una trampa del pasado. El futuro esta en las energías limpias y renovables.
8. Alcanzar la soberanía alimentaría. Denunció que este año serán utilizados 16 mil millones de dólares para importar maíz, frijol, arroz, leche, y desechos de pollo, que el país podría producir.
NdelaR. Sin duda, es indispensable darle bríos renovados a nuestra capacidad agropecuaria. Para ello la izquierda debe ser punta de lanza en leyes de seguridad Alimentaria, hambre cero y acabar con la idea de que el campo sólo requiere de dinero. Requiere de nuevos derechos laborales y ejidales, de nueva tecnología y de un modelo que permita a los grandes y pequeños productores ser rentables. Aquí también hay que abandonar la posición fácil que culpa al TLCAN de todos nuestros males y aprender a reconfigurar los giros y producciones agrícolas.
La izquierda debe de alejarse activamente del lucro político electoral que se ejerce por todos los partidos sobre los campesinos con programas asistenciales y despensas, para entrar en políticas de mas largo plazo.
9. Establecer el Estado de bienestar, para proteger a los pobres, a los débiles y olvidados por la desigualdad social.
NdelaR. Imposible hacer eso si la izquierda no es capaz de recuperar su agenda de derechos y libertades. Tenemos que regresar a la lucha por TODAS las libertades y derechos sin distingo. Hoy por hoy la izquierda no lucha por los derechos en todos lados ni con la misma vehemencia. Las minorías han quedado marginadas por los 'grandes temas' sin entender que la lucha es transversal, que no la persona mas pobre en México es pobre de derechos, no sólo económicamente. La persona más pobre es una mujer, adolescente, indígena, madre soltera, que no habla español, analfabeta y seguramente abusada y violentada. ¿Cómo darle oportunidades reales a esta mujer? No es sólo con 500 pesos en efectivo y una despensa. No. Es con acceso a la justicia, a la educación, a vidas sin violencia, a programas alimentarios de alto calado. La pobreza debe ser vista integralmente por un proyecto de izquierda para nuestro país.
El cortoplacismo de lo urgente es un grillete del que hay que escapar para luchar sin tregua por el matrimonio universal, por el derecho de las mujeres a decidir sobre su cuerpo, por abogados de oficio que tengan condiciones de defender a los marginados, a los indígenas, por el derecho a una seguridad Alimentaria que nos saque de la desnutrición crónica, por políticas de liberalización de las drogas.
La lucha por los derechos y libertades es larga y no puede la izquierda ignorarla o esquivarla.
Urge defender el estado laico, ahí si hay poderes facticos que detener.
10. Promover una nueva corriente de pensamiento para impedir el predominio de la corrupción, el engaño y el afán de lucro.
NdelaR. Esa nueva corriente debe sostenerse en el pensamiento critico. En el debate, la tolerancia y el respeto.
Si en la izquierda no somos capaces de debatir y confrontar ideas, movernos de nuestros centros y entender a los demás. De dejar posturas dogmáticas y escucharnos, leernos, respetar nuestras diferencias y construir sobre nuestras coincidencias.
La nueva corriente de pensamiento no puede ser diferente a la autocrítica y critica. No puede ser complaciente, dogmática, no puede partir del maniqueísmo, ni de las verdades absolutas. No puede ser permisiva consigo misma y exigente con los demás.
Pero la duda me asalta ¿seremos capaces de ello?
noviembre 12, 2009
Aborto y pena de muerte: el complot conservador
Algo pasa en el país. Las fuerzas conservadoras, tradicionalmente ubicadas en el Yunque y la Iglesia, están moviéndose, construyendo acuerdos y avanzando su agenda. Se ve y se siente por muchos lares, con varios audaces movimientos y, como siempre, lo hacen sin rostro, sin abrir los debates al público. Buscan detener la legalización del aborto, quitarle su hija a Alondra por ser una madre transexual, detener el debate sobre la legalización de las drogas y lograr que la pena de muerte se haga realidad.
Ahí vienen y no será una lucha sencilla detenerles, tienen dinero, poder, políticos a su servicio y ganas de —ahora sí— gobernar.
Se puede calcular su inicio en los estados de Baja California, Sonora y Morelos. Ahí parece que las condiciones estaban dadas para el avance de la reacción, del complot conservador. Ya son 16 los estados que se han sumado a esta ofensiva en contra de, principalmente, las mujeres.
Silenciosa como es, la derecha no anuncia sus victorias, no las festeja y no las hace motivo de debate. A eso le huyen, al debate. Prefieren —cómo templarios— ir logrando que las cosas retrocedan sin que nadie se dé cuenta del todo.
En estas entidades se ‘vacunaron’ contra el virus del derecho de las mujeres a decidir y modificaron sus constituciones locales para que el estado defienda la vida desde la concepción. Calladitos, los reaccionarios —imagínelos como guste—, construyeron una victoria que le costará mucho a la sociedad y las fuerzas progresistas revertir.
Estos ‘éxitos’ se lograron con el concierto del PAN y el PRI (que demuestran cada día más ser los adalides del pensamiento socialdemócrata) en sus cámaras locales, junto con los gobernadores correspondientes y los dirigentes de la jerarquía católica en cada entidad. Por supuesto que ahora al gobernador de Veracruz y al Estado de México ya les gustó la idea y la quieren empujar.
Todo por quedar bien con los que representan a la derecha y obtener sus favores económicos y electorales con miras al 2009 y el 2012. Pero los políticos son sólo pequeños instrumentos de un grupo fáctico que quiere detener el movimiento progresista en el país y asegurar que las cosas sólo cambien en su beneficio, en ningún otro.
Se les vio también asomados en la discusión sobre el cierre temprano de los bares y centros nocturnos en el Distrito Federal, felices de que se pierdan libertades y que los políticos sean tan torpes que supongan que los problemas de adicciones y de ebriedad se resuelven mandando a la juventud a dormir más temprano. No regulan el consumo del alcohol adulterado, no revisan las medidas de seguridad de un inmueble, ni proveen transporte público seguro a media madrugada, pero se sienten felices de que la juventud tenga menos tiempo para ‘pecar’, y que estarán, creen ellos, más temprano en sus casas. Esa es la derecha que, conservadora, desvaría pero avanza, usando una clase política poco entendida en sus temas. Solo la diputada SanchezArmas peleó por una ampliación de libertades, y no su reducción.
Usan a Humberto Moreira, gobernador priista, quien, ambicioso como es, mordió el anzuelo de ser noticia nacional y pasar de poco conocido a infame. Coahuila quiere que se legalice la pena de muerte. Quieren hacerlo porque saben que la sociedad está cansada, furiosa y sin alternativas para hacer frente a esta oleada de violencia que llegó ya a 5 mil muertes este año.
Aprovechan y lucran con el legítimo hastío y lo convierten en revancha, en venganza, y se olvidan que esa es la historia de la que venimos y de la que nos tenemos que alejar.
Pero para los conservadores lo mejor es que florezcan los peores sentimientos para que, con ellos, avance la agenda del rencor y del retroceso. La pena de muerte hoy es apoyada por el PRI y el Verde y, mire usted que cosas, rechazada por el PRD, el PAN y el PSD.
Usando a su histórico aliado, el PRI, la derecha percibe que el PAN deja de ser tan útil como lo habían pensado y recuperan al hijo prodigo, aquél que al dejar de ser viable, lo perdieron pero que hoy lo quieren recuperar ante su ‘inevitable’ crecimiento electoral.
El complot conservador no es torpe, ni ingenuo. Sabe que este momento, con las izquierdas despedazadas entre sí, mirándose sólo entre ellas, es el momento ideal para avanzar. Saben que hoy el representante más público de la izquierda es todo menos progresista y que no recibirán oposición.
Lo seguirán haciendo en todo el país, tratando de cerrar el paso a los movimientos progresistas, atacando la diversidad social y sexual, restringiendo los derechos a decidir y ampliando los derechos para matar. Seguirán tratando de imponer una sola manera de hacer familias y tratando de extinguir a familias como la de Alondra. Seguirán tratando de lograr que las instituciones de protección social y familiar sean promotoras de visiones únicas y excluyentes.
El objetivo final de este movimiento es el de regresar las cosas a su estado mas primal, dejar de reconocer el desarrollo de la gente, de la sociedad, del pensamiento, y retrotraer las visiones y versiones más antiguas de lo ‘correcto’ y lo ‘incorrecto’, regresarle al Estado su visión de buenos y morales contra malos e inmorales. Darle la posibilidad de venganza y revancha.
Este avance sólo encontrará fin cuando la sociedad se movilice para denunciar y evidenciar estos movimientos. Es tiempo de pensar diferente, de actuar diferente. No es demasiado tarde para hacer algo.
Es tiempo de recuperar el espacio público, no de concederlo; de ampliar las libertades, no de restringirlas; de abrir debates, no de esconderlos; de convencer sobre lo que creemos, no de imponer nuestras convicciones; de respetar a los distintos, no de intentar segregarlos.
El reto es impedir que se queden los reaccionarios con una clase política a su servicio. De eso se trata este tiempo, esta oportunidad, de detener el avance conservador.
Publicado en Crónica el Domingo 7 de Diciembre del 2008
noviembre 10, 2009
Los dramas de nuestros derechos
La elección de Raúl Plascencia como nuevo Ombudsman del país se da en un contexto trágico para la lucha de los derechos humanos en México. Pero para no quedarnos en la tragedia, quisiera documentar los dramas que esta elección deja.
Drama 1.
Emilio Álvarez Icaza, contrincante de Plascencia, fue directamente cuestionado por la jerarquía católica y fue objeto de un intenso cabildeo de los conservadores para detener las aspiraciones de este hombre que defendió el derecho de las mujeres a decidir sobre su cuerpo. La ofensiva anti-laica tuvo varias características lamentables: la primera es que nadie se quejó. Ningún senador, diputado, integrante de partidos políticos, dijo pió ante la injerencia de estos personajes en la vida pública y política del país; la segunda es que ganaron. Así, el Senado de la República se volvió un instrumento de los poderes fácticos y conservadores del país.
Drama 2.
Con la elección de Plascencia se dará continuidad al proyecto de Soberanes: antiguo, timorato, pro gobiernista y poco valiente. Es una lástima que un proyecto que buscaba poner a la Comisión Nacional de Derechos Humanos a la vanguardia mundial, recuperando las mejores escuelas y experiencias internacionales, se haya quedado en el tintero frente a una visión rancia y disfuncional. El problema, más allá de la modernidad, es que para cambiar a este país no sólo requerimos de mejores ingresos para la gente en pobreza y pobreza extrema. No. Requerimos concebir a la salud, la educación y las libertades sexuales, personales e intimas, como derechos humanos respetados transversalmente. En este país la desigualdad seguirá existiendo si no somos capaces de darle derechos efectivos a la población.
Drama 3.
El PRI sigue tomando las decisiones frente a un PAN que, atrapado por sus combates fiscales, cede ante todo y un PRD incapaz de negociar cualquier cosa. La izquierda, entre sus demencias radicales y sus negociaciones financieras para sus estados gobernados (sólo hay que ver como votaron los diputados perredistas y petistas frente al presupuesto por instrucciones de Ebrard), ha perdido la noción de las batallas trascendentales. Esta, la de la CNDH, era una de ellas. Ante la evidente plancha que venía frente al presupuesto de ingresos, debieron haber construido una negociación para lograr que durante los próximos cinco años, este país tuviese un hombre que realmente defendiera los derechos de la gente.
Pero no. El PRD, hundido en minúsculos debates, deja pasar toda oportunidad de avanzar la agenda progresista y el PRI gana todas las manos gracias a una izquierda disfuncional y una derecha cautiva en todas las negociaciones.
Los derechos humanos en México se convirtieron, drama tras drama, en un coto de poder y no en una prioridad nacional. Aún así hay que darle a Raúl Plascencia el beneficio de la duda. Ojalá logre demostrarnos a todos que estábamos equivocados sobre su nombramiento.
Por lo pronto ganó la derecha, los conservadores, los que desean que los derechos humanos sean un lujo para unos cuantos y no una garantía para todas y todos. Queda un tema en el que veremos a Plascencia en su dimensión real: el aborto. Si ahí flaquea, tartamudea o se vuelve un promotor de la 'vida', vendrán duras y largas luchas. Y la izquierda tradicional seguirá muda.
noviembre 03, 2009
Legalización de las drogas: la guerra de los egos
Desde que empecé a recuperar, en este y otros espacios, la idea de que frente a la violencia creciente en nuestro país y los desbocados índices de consumo de drogas, legalicemos el mercado de las drogas –y en un sentido especifico regulemos las drogas duras y liberemos las blandas– he recibido todo tipo de opiniones favorables y contrarias a esta idea.
Esta propuesta lleva años en la mesa de discusión y es apoyada por personajes como Carlos Fuentes, Fernando Savater y una cantidad importante de artistas, politólogos, sociólogos.
Es importante, por esto mismo, construir un piso mínimo de información para entrar a estos debates con un sentido constructivo y reducir a un mínimo las visiones caricaturescas o simplistas sobre la legalización del mercado de las drogas.
Este debate no es nimio, ni irrelevante. Puede ser el inicio de un cambio profundo en nuestra ruta de política pública hacia el entendimiento de la violencia como un fenómeno que va más allá de los narcos.
He notado que hay, cuando menos, ocho cuestionamientos recurrentes –ya sea en forma literal de pregunta o como crítica a la propuesta– y creo que vale la pena ir construyendo ese piso mínimo de información común sobre este complejo y polémico tema.
A partir de que el hoy extinto PSD hiciera pública su intención de trabajar a favor de la despenalización del consumo de drogas a nivel nacional, algunos nos pronunciamos a favor y otros se han pronunciado en contra, criticado tanto la propuesta como al partido. Me parece útil, entonces, darnos mayores elementos para que este debate encuentre un punto constructivo, más que de simple forcejeo verbal y retórico.
Ocho preguntas sobre la legalización de las drogas.
1.- ¿Con la propuesta se promueve el uso de drogas?
2.- ¿Esta idea propone un acuerdo con los narcos o perdonarles sus delitos?
3.- ¿Esta propuesta desprecia la lucha de policías y el Ejército en contra de la delincuencia ligada al narco?
4.- ¿La estrategia del Gobierno Federal está equivocada?
5.- ¿Qué lograría la legalización de las drogas?
6.- ¿Cómo marchan las cosas en países donde está permitido el consumo de algunas drogas?
7.- ¿El consumo de drogas ilegales mata a muchas personas?
8.- Si se legalizan las drogas ¿su consumo aumentaría exponencialmente?
1 ¿Con la propuesta se promueve el uso de drogas?
De ninguna manera. Al contrario, es deseable acompañar esta propuesta con una campaña nacional a todos los niveles que muestre los riesgos de las drogas para la salud. También es partidario de que se apoye a los adictos sin que se les considere delincuentes, sino enfermos que ahora son usados por los narcotraficantes como carne de cañón y por algunos policías que los chantajean.
2 ¿Esta idea propone un acuerdo con los narcos o perdonarles sus delitos?
No. Para empezar, los primeros que están en contra de la legalización de las drogas, son precisamente los narcotraficantes, pues son ellos quienes obtienen enormes ganancias económicas, mediante el tráfico ilegal de drogas. Los narcos son los únicos beneficiados, los únicos que han logrado amasar enormes fortunas y un poder que pone en riesgo la estabilidad y hasta la existencia del Estado.
La propuesta se acompaña de asegurar el mayor castigo legal posible y la lucha sin tregua contra estos delincuentes.
3.- ¿Esta propuesta desprecia la lucha de policías y el Ejército en contra de la delincuencia ligada al narco?
Independientemente de estar a favor de la legalización, la labor que llevan a cabo policías, jueces, autoridades judiciales, soldados e instituciones de todo el país es digna de un enorme reconocimiento, sin embargo, su labor está condenada al fracaso en la medida que la estrategia seguida está equivocada, pero las mujeres y hombres que están en esa lucha son respetable. Legalizar las drogas también es terminar con los cientos de asesinatos en contra de los guardianes del orden.
4.- ¿La estrategia del Gobierno Federal está equivocada?
El Gobierno federal ha fracasado en prevenir y frenar el consumo, en acabar con la delincuencia organizada, en poner a salvo a los servidores públicos de todos los niveles, en dar seguridad a la ciudadanía y en abatir el enorme número de asesinatos. ¿NO es este un fracaso en toda la línea?
Los datos relacionados con los niveles de adicción y de consumo de drogas son imprecisos. Pese a ello, de acuerdo con datos de la Encuesta Nacional de Adicciones 2008, el número de personas que probaron alguna droga, pasó de 3.5 millones de personas en el año 2002, a 4.5 millones para este año. En cuanto al número de adictos, de los 307 mil registrados en 2002, se pasó a 465 mil en 2008. Lo anterior muestra que se trata de un fenómeno en expansión.
En cuanto al número de muertos, los datos de 2008 son escalofriantes, más de 1000 personas asesinadas en una masacre que ha alcanzado a niños, mujeres hombres que no tenían nada que ver con el narco. Las violaciones a los derechos humanos también se han multiplicado. Es evidente el fracaso de la estrategia de confrontación bélica de combate al narcotráfico.
A diferencia de otras partes del mundo, el problema que más urge resolver en México es el de los elevados índices de delincuencia y violencia en que se encuentra inmerso el país, consecuencia del narcotráfico. Hoy por hoy, sólo dos estados de la República han escapado al fenómeno de las ejecuciones (Tlaxcala y Baja California Sur), y de acuerdo con estadísticas oficiales, en dos años de administración calderoniana, el número de ejecuciones asciende a más de ocho mil.
5.- ¿Qué lograría la legalización de las drogas?
Por una parte, la idea de legalizar las drogas está dirigida a acabar con la principal fuente del enorme poder de los grupos dedicados al narcotráfico, que es la venta ilegal de drogas. Sin dinero no tendrían posibilidad de comprar tantas armas, de corromper o amenazar a las autoridades. Es evidente que sabemos que la legalización no acabaría de facto con el crimen organizado, pero lo heriría mortalmente.
Por otro lado, los recursos obtenidos por el consumo de adultos que son dueños de su cuerpo podrían generar para el Estado la posibilidad de dar más dinero para las tareas de prevención y combate a las adicciones, pues actualmente se destina a dichas acciones, menos del 5% de los recursos disponibles para el combate al narco.
6.- ¿Cómo marchan las cosas en países donde está permitido el consumo de algunas drogas?
Es cierto que el consumo no ha bajado en esos países, pero también es cierto que los gobiernos no realizan campañas intensas para evitar las adicciones debido a que no son un problema de salud pública o de delincuencia. Sin embargo, al haber control del Estado se ha logrado que no haya crimen organizado relacionado con el consumo.
7.- ¿El consumo de drogas ilegales mata a muchas personas?
Falso. Mata más personas el consumo de alcohol y el desmedido gusto por el azúcar (diabetes, obesidad, problemas cardiovasculares) en nuestro país que el consumo de drogas. Por supuesto, ninguna de estas adicciones es recomendable, pero al hacerlas legales se facilita su dimensionamiento y su combate por la vía correcta: la responsabilidad de las personas hacia su salud y la de los suyos.
Por más problemas asociados al consumo de bebidas alcohólicas, nadie en su sano juicio considera viable la idea de prohibir su consumo, pues se argumenta, se estaría generando un tremendo problema de contrabando ilegal o mercado negro, que daría lugar al surgimiento de mafias abocadas a la producción, venta y distribución de bebidas alcohólicas, tal como ocurre con las drogas actualmente.
8.- Si se legalizan las drogas ¿su consumo aumentaría exponencialmente?
Es posible que ante la despenalización del consumo de drogas, el número de consumidores aumente debido a la curiosidad de muchos por conocer los efectos de ciertas sustancias recientemente legalizadas o bien porque ahora están subestimados los registros, pero no hay evidencias de que se vaya a elevar exponencialmente.
Actualmente, es muy fácil conseguir drogas, incluso para niños y jóvenes, legalizar las drogas facilitaría controlar los sitios de venta y, por supuesto, impediría que quienes no deban tener acceso las obtengan.
De acuerdo con datos de la encuesta realizada por María de las Heras, publicada en el diario Milenio en el mes de octubre del año pasado, el 68% de la población no fuma mariguana porque no quiere, no porque sea ilegal. Asimismo, el 88% asegura que quienes quieren fumar mariguana lo hacen, sea ilegal o no.
Ahora bien, la marihuana es la droga de mayor consumo a nivel nacional, con cerca del 4.4% de la incidencia; seguida de la cocaína, con 2.5%; los inhalables, con 0.7%; metanfetaminas 0.5%; alucinógenos 0.4% y heroína 0.2%.
Los debates sin información se convierten en diálogos de sordos y actos de retórica. Más temprano que tarde lograremos, como sociedad, dar un paso evolutivo en nuestra forma de ver y resolver el mundo.
La legalización de las drogas es un debate inaplazable en nuestra clase política y en la sociedad en su conjunto. No rehuyamos de él, pero tampoco le entremos sin información. Un debate sin información es –solamente– una guerra de egos.
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