julio 15, 2006

Los comisarios de la izquierda

Hace una semana, en este mismo y modesto espacio, nos ocupábamos de la enérgica búsqueda de culpables que dentro de las filas del perredismo se sucedía. Las criticas a Lázaro Cárdenas y Amalia García por no haber tenido sendas elecciones de estado ‘como sí se hizo en el DF’ se hacían manifiestas, esto en correspondencia con las cada vez más airadas y personales criticas hacia Alternativa y a Patricia Mercado por haberle robado votos al candidato del PRD. La izquierda ‘única y autorizada’ se revuelve para dar sentido a su derrota, porque, como bien sabemos, no es responsable de nada, sólo victima.
En paralelo, el líder de las causas verdaderas y justas de la nación, Lopez Obrador, ha continuado dándonos muchas evidencias del ‘fraude’ perpetrado contra su invencible opción. Lleno de ejemplos y sin ninguna evidencia sostenible, ha pasado de una serie de impugnaciones del siglo 21 – fraude cibernético, algoritmos matemáticos de tercera generación que modificaban la elección – a un llamado de fraude del siglo 19, de urnas embarazadas, robo de boletas, funcionarios de casilla comprados y representantes vendidos.
Nada de esto sería hoy relevante de no ser por el pequeño detalle de que sigue. Siguen intentando linchar a los detractores, siguen tratando de demostrar el fraude y, sobre todo, siguen tratando de descifrar qué es lo que pasó.
Curiosamente la impugnación de Lopez Obrador ante el Tribunal Electoral pide el recuento de votos, y justo después el no reconocimiento del presidente electo. Sorprende este hecho porque uno supondría, sólo eso, que la exigencia del PRD de pedir el recuento terminaría con un reconocimiento del resultado. Pero no es así. Piden, porque saben cual sería el resultado o porque es una mera estrategia política, que se haga un recuento y que de inmediato se pase a no reconocer al ganador. La respuesta de López Obrador en López Dóriga fue de una enorme ambigüedad: así se hacen las impugnaciones – uno, dos, tres -.
Pero tengo que insistir. Lo más dramático es la frenética búsqueda de culpables que un amplio sector de políticos e intelectuales ha estado elaborando. Son varios, son de distintas tallas, con importantes diferencias, con mejores y peores argumentos. Unos en la mezquindad otros en la inteligencia, pero todos dentro de una enorme distancia. En esta semana destaca un connotado escritor mexicano, Carlos Monsiváis.
Vale la pena decir que el humor en el periodismo actual es un elemento útil y socorrido con escasez. El humor nos permite disectar con elegancia y profundidad temas complejos, espinosos, a veces hasta dolorosos. El humor hace tolerable y comprensible lo abrumante de la realidad. Siempre he tenido enorme respeto por las personas que pueden recuperar con un poco de risa los numerosos absurdos de nuestro país y su clase política. Siempre he disfrutado el talento de este escritor para usar el humor casi negro para reflejar el cinismo con el que nos conducimos los que hacemos política.
Por esto es que me resulto peculiar su entusiasta crítica a Patricia Mercado. No puedo más que suponer que la presencia de esta persona en política despierta un universo de sensaciones para Monsiváis. Me queda clara la estatura intelectual y social de este escritor, sin embargo me voy a permitir hacerle a usted mis observaciones sobre el texto publicado en El Universal por este caballero.
El comisario político, Monsiváis, arranca describiendo a Patricia como “ex trotskista, ex feminista, ex contracultural, ex activista de causas radicales”. Sin duda ya no es trotskista. Pero todo lo demás no me queda claro cuando el comisario decidió que ya no lo era. No pido mucho más que alguna evidencia, porque hasta donde me quede, la participación de Patricia en política no le quita lo feminista, e inclusive abre horizontes para su activismo por causas radicales. Y bueno, que mayor demostración de ser contracultural si Monsiváis se esfuerza en criticarte.
Después el comisario continúa con una lista de sagaces reflexiones. Acusa a Patricia de ser un lugar común. Tan común que es la única figura pública que habla de los ‘marginales’. Del aborto, del sida, de los gays y lesbianas, de la mota. Estos temas, por supuesto, son cosa menor para el comisario que tiene decidida cual es la trinchera justa y que temas se deben plantear en la tribuna política. Acto seguido retrata de manera cómica lo que tanta gente considero importante de Patricia: tranquilidad, sensatez, espacio para el dialogo. Todo esto para el comisario es una pose desagradable, irritante y falsa.
Después fustiga la estrategia de Patricia quien, sin dinero y con un partido en crisis, optó por buscar espacios en medios de comunicación para colocar sus temas y, por supuesto, colocarse en el radar de la ciudadanía. Esto, sin duda, no resulta de interés del comisariado porque para él, el único tema relevante es que quitaba exposición a la izquierda única y autorizada.
La siguiente etapa del juicio del comisario es una verdadera gema. Reprobación absoluta a la estética de la candidata, horror ante una mujer que pueda combinar ideas y estilo (¡qué pensaría doña Guadalupe Loaeza!), que reprobable es que se haya vestido de rojo en el debate, que condenable es, pues, que rompa con el estilo aprobado por el comité central que exige ceñirse a la estética del comisario político.
Es entonces que surge el verdadero enojo del comisario y coloca esta tajante frase “Todo moderno, todo difundido por la publicidad costosa del final y todo marcado por el ataque al PRD y a López Obrador”. Ahí queda. Larga y contundente frase que resume lo que la postura oficial siente y asume, postura de la que se hace cargo el comisario de publicar y promover. De ahí emana la furia y el desdén, desde ahí se mira con rencor a esta opción política. Con sorna relata el comisario las frases, las ideas, las convicciones de Patricia. La califica de todo, de frívola, de seudo ideóloga. Hasta se mofa del importante intento de abrir el debate sobre temas complejos como el aborto. Supongo que un concepto tan amplio como ‘despenalizar el debate’ quedo lejano de la postura de la izquierda oficial.
Es curioso pero en mi opinión, y queriendo desatar la ira del comisariado, la falsedad existe en los que, aun en ella, se niegan a aceptar la enorme diversidad de nuestro país. Existen más de un millón de personas que podrían haber votado por López Obrador pero que encontraron en Alternativa una mejor representación de sus ideas. Chafas, fresas, incultos, manipulados, y ahora también idiotas. Así deja el comisario político Monsiváis a las mujeres y hombres que descubrieron en Patricia cosas que la izquierda oficial nunca logró ofrecer.
No me queda duda que es precisamente por esa ceguera, por esa incapacidad de aceptar la diferencia, que la izquierda perdió esta elección. No tiene que ver con Patricia, tiene que ver con Lopez Obrador. No tiene que ver con su estética, tiene que ver con su falsedad. No tiene que ver con ideología, tiene que ver con obstinación.
Alternativa, con sus profundas carencias y debilidades tiene derecho a existir. No le quitó el triunfo a nadie, consiguió su lugar. No le hizo el juego a la derecha, López Obrador hizo eso solo, o en todo caso con ayuda de sus comisarios. Decir lo que se opina, aun cuando vaya en contra de los designios de la izquierda oficial, es un derecho. Por eso se vale ser de izquierda y criticar seriamente la Cuba de Fidel. ¿O no, Monsiváis

7 comentarios:

Armando Román Zozaya dijo...

Luciano,

Te dejo este texto que publiqué hace un par de meses en "Diario Monitor". Tiene que ver con lo que la izquierda "oficial", como tú la llamas, piensa de los que sí creemos en la izquierda, pero, no en López Obrador.

Saludos!
Armando Román Zozaya


"Extrema derecha: ¿en serio?"

(Publicado el día 10 de mayo de 2006 en “Diario Monitor”, México)

Armando Román Zozaya

Soy agnóstico. De hecho, me inclino a pensar que lo divino es una teoría, es decir, una explicación a cosas que no entendemos. Un ejemplo: no sabemos qué sigue a la muerte; inventamos, entonces, un cielo diseñado por un dios bondadoso (y un infierno).

Mi familia no tiene relaciones políticas y yo nunca he pertenecido a ningún partido. Lo que mis padres tienen es resultado de sus esfuerzos. Lo que yo he logrado –poco o mucho; no lo sé– es producto de la educación que recibí en mi casa y en varias escuelas públicas, así como de un par de becas que me permitieron estudiar en el extranjero. No pertenezco, por lo tanto, a la elite empresarial y/o política mexicana.

Me identifico con el centro izquierda en materia económica y con el centro derecha en política (por cierto, ¿por qué uno tiene que ser de izquierda, derecha o centro de manera monolítica? ¿Por qué uno no puede ser de derecha para A y de izquierda para B?). Así, creo que algunas de las ideas de López Obrador son buenas, pero, no creo en él porque su comportamiento y lo que hizo en el gobierno del DF me hacen pensar que cree que el fin justifica los medios. En consecuencia, pienso que AMLO estaría dispuesto a violentar nuestra precaria institucionalidad con tal de lograr sus objetivos: es inaceptable.

He mencionado lo anterior porque, a raíz de algunos artículos en los que cuestiono a López Obrador, me ha llovido de todo (excepto argumentos): que si soy parte de una campaña del miedo, que si estoy haciendo guerra sucia, que si soy un traidor a la patria, que si soy miembro de la oligarquía, que si soy un borrego incapaz de ver la realidad, que si quiero defender mis privilegios y que si, entre otras cosas, soy miembro de la extrema derecha. La respuesta es no.

¿Por qué si uno cuestiona a López Obrador entonces es miembro de tal o cual campaña o está haciendo guerra sucia? ¿Por qué uno no puede estar genuinamente preocupado por una victoria de AMLO? ¿Por qué si expreso que López Obrador exhibe tendencias autoritarias entonces, forzosamente, lo hago porque soy un tarado que se ha dejado influenciar por lo que muchos otros analistas comentan? ¿Por qué soy incapaz de haber llegado solo a esa conclusión? ¿Por qué el atreverse a comentar que AMLO no es lo mejor significa, entonces, que uno es miembro de la extrema derecha?

Aquí deseo detallar el comentario: ¿qué es la extrema derecha y quién la representa en México? Cuando ganó Fox se nos dijo, precisamente, que la extrema derecha se había adueñado del poder. Así, las empleadas del gobierno federal se tendrían que vestir como monjas, en las clínicas del sector salud se dejarían de repartir preservativos y un cardenal despacharía en Gobernación, entre otras cosas.

¿Qué pasó? Que el presidente va a misa, que Martita publicó una guía de padres y que PROVIDA ha recibido más atención mediática que nunca antes, pero, no por sus posturas sino por unas tangas.

¿El que una persona católica acuda a misa seguido la hace de extrema derecha? ¿El que un católico se declare en contra del aborto lo hace de extrema derecha? ¿El que PROVIDA defienda sus creencias, ciertamente conservadoras, significa que es de extrema derecha? ¿El que un individuo siga lo que su religión le dicta lo hace un extremista?

En México no hay extrema derecha y si la hay es insignificante. El decir que el PAN, PROVIDA y hasta el Yunque son extrema derecha es una exageración. En todo caso, son grupos conservadores –tal vez mochos, como se dice coloquialmente. Pero la extrema derecha es otra cosa…y muy peligrosa.

¿Dónde están los neonazis mexicanos golpeando a quienes son distintos a ellos? ¿Dónde están los mexicanos equivalentes a los falangistas españoles que piden la salida del país de los extranjeros porque están “robando” empleos? ¿Dónde está el partido político mexicano equivalente al British National Party, el cual niega el holocausto y exige políticas racistas? ¿Dónde está el Ku Klux Klan mexicano?

Si la extrema derecha mexicana está en el PAN, pues, ¡qué bueno! ¡Qué bien que en México no hay una derecha como la de otros países! ¡Somos afortunados!

Utilizar el término “extrema derecha” sin comprender qué significa no contribuye al debate constructivo. Lo mismo sucedería si usáramos la expresión “extrema izquierda” sin saber qué estamos diciendo. Lo que necesitamos, entonces, es intercambiar ideas –claro– pero apelando a la razón, no a las descalificaciones ni a las etiquetas.

Monique dijo...

A Monsiváis lo perdimos hace mucho tiempo. Yo no me ocuparía de su opinión.
Anoche te vi por tv en la mesa del ife. Muy prudente, muy conciso.
Hiciste un gran papel. Me alegra no haber errado en mi voto.
Buena suerte.
Un beso.

Pedro Strukelj dijo...

Ciertamente creo que hay aspectos en la izquierda que acaban dejando de ser lo que todos quisieramos. Eso también en nosotros mismos. ¿Qué político, del color que sea, no está haciendo un favor en este momento al amigo de su compadre?
No creo que sea polarizando nuestros sueños iniciales frente a los hoy oxidados, que podamos comprender mejor la realidad.

Ingrid dijo...

Muchos intelectuales (yo nomás les diría escritores) ahora manifiestan apoyo abiertamente a AMLO pero en realidad han ido a donde los ha llevado el $viento$.

La autocrítica dentro de la coalición del prd y compañía es prácticamente nula, son incapaces de ver hacia adentro y decir qué nos pasó? En fin.

Muy buen blog.

The HX7th dijo...

Me ha molestado mucho leer los comentarios de Carlos Monsiváis en contra de Patricia Mercado y lo que representa que es la ideolodía de Alternativa. En mi blog alcé la voz. En este enlace hago una pequeña investigación sobre el fascismo y cómo lo veo reflejado en el PRD y AMLO. Y hago mi repudio total a esos pseudo intelectuales (a mi parecer) como Carlos Monsiváis.

Este es el link:

http://hectormexicosiete.blogspot.com/2006/06/fascismo-palabra-tan-explotada-por-el.html

Por cierto Luciano, cómo puedo enlazar tu blog al mío???

Eduardo Rentería dijo...

Antes que nada un saludo. Tengo poco tiempo leyendo tu blog. Llegué aquí por medio del blog de Andrés Lajous "radicales libres"; tanto el tuyo como el de Andrés me han parecido de primer nivel.
Acabo de abrir un correo que envío Andrés para esta al tanto de las actividades de Patricia Mercado, el partido Alternativa y sus legisladores en la Cámara de Diputados.
En ese correo me encontré con un artículo que publicó Leo Zuckermann en Excelsior.
Dentro de sus comentarios, Leo se refiere a un artículo que en algún lugar escribió Carlos Monsiváis, mismo artículo que supongo tú también lo retomas en tu blog.
Si te es posible que me enviaras alguna liga para encontrar los comentarios de Monsiváis con respecto a Patricia, mucho te lo agradeceré. Gracias.

Anónimo dijo...

A Monsi le faltó "ex fumadora de mota"
¿o será que en eso no ex?
Bueno, ya puede pagarse vicios más caros.