Hoy, miles de mujeres y hombres de Tabasco irán a las urnas. Lo harán en medio de un clima político tenso, complejo y con brotes de violencia, que en nada ayudan a que se ejerza el derecho y obligación del voto con tranquilidad.
Lo que queda de manifiesto en estos tiempos es que, a pesar de que Oaxaca concentra la atención pública y que las amenazas suben de tono día con día desde todas las trincheras, Tabasco se ha convertido en un punto de cálculo político y todos parecen darle un enorme valor a lo que suceda hoy y en los próximos días en este tropical estado.
Pero ¿Cuánto realmente vale Tabasco? O mejor planteado ¿es esta elección tan significativa como todos parecen pensarlo?
Como siempre las respuestas están cargadas de subjetividad y se explican sólo en el contexto social, político y de ajuste general que vive nuestro país. A poco menos de cuatro meses de las elecciones presidenciales, tanto Chiapas como Tabasco, pero en particular este último debido al origen de López Obrador, son considerados como espacios de refrendo de los discursos que todos los bandos han proferido.
En el fondo, para el Partido dela Revolución Democrática pero en especial para López Obrador perder por amplio margen Tabasco es inaceptable. Esto tiene su explicación en varios fenómenos pero el central tiene que ver con una idea de ‘refrendo’. ¿qué mensaje recibiría México y el mundo si en su propio estado pierde? Máxime cuando hace unos cuatro meses ganó tan contundentemente.
Serían municiones gratuitas de las largas armas de la crítica para todos aquellos que consideran, tanto dentro como fuera de su partido, que la estrategia poselectoral fue un error táctico. Así, el PRD se volcó integralmente a tratar de acortar la ventaja entre Ojeda y Granier el candidato priista. Sin embargo las encuestas ponen cuesta arriba la posibilidad de un triunfo de Raúl Ojeda, por esto no es gratuita la escalada de tensión y violencia que se empieza a esparcir por el estado. La idea esencial es volver a colocar la idea de que si pierden es fraude, si ganan es una derrota a las viejas prácticas políticas. Dice Muñoz Ledo en un artículo reciente publicado en El Universal: “La radiografía de los sistemas despóticos se expresa casi siempre en términos de degradación social. En ella incuba a su vez la rebeldía que, de no encontrar cauces democráticos para sus exigencias de cambio, más tarde que temprano terminará estallando. Ese es el dilema de las elecciones en Tabasco este domingo”. Esto nos lleva a inferir que se está tratando de colocar la discusión en el terreno de una casi amenaza. Si no ganó contra este sistema despótico, la gente se va a sublevar.
Por el otro lado al Revolucionario Institucional un triunfo en este momento le daría una bocanada de aire puro en un momento en lo que más necesitan en colocarse como un partido competitivo en el espectro nacional. Esto implica, necesariamente, que no dejarán escapar esta liebre fácilmente, el PRI luchará en todos los terrenos para refrendar su gobierno en Tabasco.
Finalmente está Acción Nacional que le vendría muy bien una derrota amplia a López Obrador. Su cálculo no es sofisticado pero sí transparente: un Andrés Manuel con una derrota a cuestas le confirmaría su discurso alrededor de un México que no quiere resistencias ni protestas, quiere paz.
Con estos y otros muchos factores de valoración, todos quieren ver consolidada y refrendada su postura discursiva y política, todos necesitan un Tabasco que mande mensajes y replique lecciones, que les convienen sólo a ellos.
No son tiempos para discursos incendiarios, ni para querer presionar a la gente a tomar decisiones que no sabemos si le convencen. No son tiempos de sermonear, ni de darse baños de pureza. Mucho menos lo son para menoscabar el incipiente estado de legalidad democrática.
Muy por el contrario es el momento para demostrar que el país no será arrastrado a la violencia y demencia por los cálculos escrupulosos de una oligarquía política. Es el día para hacer de la gente y de sus votos el verdadero mandato al que todas y todos nos debemos de plegar.
Con un sureste notoriamente convulsionado, con una elección en Chiapas que vuelve a estar en duda frente a las resoluciones del Tribunal Electoral, con Oaxaca arrinconada por la lucha entre poderes fácticos priistas que han copado y cooptado cuanta legitimidad se les cruza, con un Yucatán que cambiará de gobierno en el primer trimestre del año, con todo esto lo último que debe hacer la clase política y los partidos es portarse como si lo único que importase es demostrar que se tenía la razón. Eso no le sirve a México.
Esta semana marcará la visión, corta o larga, de los actores involucrados. Esperemos que nos den, por fin, una grata sorpresa. Si no es así Tabasco nos puede salir muy caro a todos y en particular a los tabasqueños.
octubre 15, 2006
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