Son muchos los eventos y los espacios en los que se está debatiendo de manera cotidiana el difícil momento por el que atraviesa la izquierda mexicana, o para ser aún más precisos el Partido de la Revolución Democrática.
Aunque en diversos textos he planteado mis diferencias y criticas al movimiento del PRD y su ex candidato presidencial, López Obrador, es un buen momento para, más allá de la detracción, revisar el lugar de las izquierdas y sus posibles devenires.
La esencia de la crisis contemporánea de la izquierda se puede identificar en varios momentos, pero creo que el lugar en el que se localiza con mayor claridad es la preparación del proceso electoral del año 2000.
El PRD se vio enfrascado en una lucha directa entre las corrientes que lo integran, el resultado fue un evidente viraje hacia adentro y una inicial cerrazón a la sociedad amplia y civil. Con esto se perdió la posibilidad de que los pensadores, los intelectuales, la ciudadanía con liderazgos entrara en la distribución de espacios y se minimizara la relación partido-ciudadanía; este que siempre había sido un importante eje de la solidez y pluralidad de ese partido de una otrora izquierda abierta.
Con este giro hacia adentro la lógica cambió drásticamente: ahora no era importante tu historia política, tu posibilidad de aportación a la transformación del país, tus redes sociales o tu liderazgo temático. No. Ahora llegaban los que tenían mas ambulantes agremiados, mas grupos de vivienda organizados, mas taxistas piratas corporativizados. El PRD se transformó en un mecanismo de premiación de las viejas formas de hacer política, aquellas que por tanto tiempo había luchado por erradicar.
Junto con el triunfo de las clientelas llegó el otro factor de descomposición: el dinero. Convencida la estructura política de que con dinero se podían ganar elecciones, el pudor desapareció y los mecanismos oscuros de financiamiento florecieron: Ahumada, cochinitos, contratos con ‘refilón’, todo eso se convirtió en cotidiano y legítimo. Además las batallas internas y externas cada vez lo exigían más. Si uno quiere competir con estructuras clientelares requiere de mucho más recurso que si busca el poder de la convicción. Para muestra sólo hay que recordar las desmedidas, casi insultantes, pre campañas perredistas del 2003. Dispendio, movilización, organización.
Si uno logra superar este ‘pequeño tema’ se percata que el resultado de estos fenómenos no tiene sólo que ver con el inicio de la corrupción como sistema interno, hay un resultado más grave: la extinción del debate político, ideológico, programático.
A la Coalición por el Bien de Todos le pareció suficiente que Lopez Obrador planteara sus 50 puntos de ensueño y presentará su programa ‘alternativo’ de nación.
Sin debate, sin discusión, sin consulta.
Esa es, al final, la gran queja de Cárdenas en su carta a Elena. Todo se convirtió en irrelevante frente a la posibilidad del éxito electoral. Irrelevante era discutir los programas, tener ideas, escuchar a las disidencias, seleccionar a las candidaturas. Todo quedo rebasado por la ambición de ser la clintela más grande del mundo.
Es por esto que hoy, frente al movimiento de la resistencia civil y las argumentaciones del perredismo sobre la legitimidad y la profundidad de su movimiento, surgen las dudas y las criticas de las otras izquierdas, las que no comparten estas ideas y que además destacan la ausencia de debate.
En el fondo a lo que ha renunciado la izquierda oficial, léase el PRD, hoy día es a la deliberación, al debate, a la autocrítica y al análisis. La defensa de su ‘triunfo’ y la legitimidad de su ‘presidente’ se ha vuelto dogmática. Sin pensamiento critico, no ha crecimiento, no hay vanguardia, es más, no se puede ser progresista.
Hay sectores dentro del PRD que saben de esta carencia y aseguran que pronto volverán a construir los mecanismos para el debate.
Eso esperamos muchos pero entre tanto el dogma, la consigna, la línea, siguen siendo el constante obstáculo a que este partido se percate de que tiene en sus manos una oportunidad histórica de consolidación de su proyecto.
Es tiempo de que se asuma que no hay verdades absolutas, ni claridades proverbiales, ni rutas únicas para lograr un país con justicia e igualdad.
Las izquierdas son varias y vislumbran el futuro desde distintos lugares. Sin embargo su existencia ha sido tildada de envidia, esquiroleo, de inútil.
El momento de crisis que se vive dentro del pensamiento de izquierda debe encontrar rutas para el dialogo, y para el entendimiento. Pero sobre todo para la generosidad y la solidaridad que implica el reconocimiento de los demás y el respeto a sus rutas. Para reconocer en la critica no un enemigo, sino una posibilidad de crecimiento.
Si el PRD y sus incondicionales logran superar sus vendajes y su propio ombligo, podrían ser, realmente, la punta de lanza de un Frente Amplio Progresista, cualquier otra cosa, como la actual es simplemente un membrete.
En las ideas, la izquierda debe partir de una idea base: no debe haber, como en el mercado, monopolios de la verdad.
septiembre 24, 2006
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
4 comentarios:
Sospecho que la izquierda ha tenido siempre esa crisis de identidad de la que hablas, desde que la Union Sovietica se colapso y se pudo ver el fracaso economico que significaron las filosofias del sandwich gratis para todos, creo que se puede hablar inclusive que la nueva izquierda es una que se quiere aferrar a nuevos modelos, mas liberales, aceptando que es necesaria la propiedad privada y que es preciso deshacerse de prejuicios estupidos que enfrentan al colectivo con el individuo en vez de reconocer que ambos, el individuo, sus derechos inalienables de libertad, economica y social y cultural, son tan importantes como el bien comun del colectivo.
En cuanto al PRD, creo que es falso tratar de representarlo como una izquierda, que no lo es, o en todo caso, es un tipo de izquierda caudillista, y entonces seria admitir que la izquierda precisa de caudillos lunaticos para subsistir.
AMLO no es de izquierda ni democrata. Es un Expriista de la vieja guardia que jamas cambio de filosofia, se cambio al PRD porque ya la tenia perdida en el PRI y por ambicion personal.
Completamente de acuerdo con tu artículo. El problema principal del conglomerado del PRD y ahora del FAP es uno de método. Cllientelas más intolerancia.
Sin embargo creo que el problema principal del bloque de derecha, PRIVANAL, es exactamente el mismo. No recononocen al opositor, y regatean con grupos clientelares y corporativos. Corporaciones más intolerancia.
Hola Luciano, edito una revista en el oriente del estado de méxico. me agradaría entrar en contacto contigo para publicar tus textos. Vale.
Contacto realizado. A tus ordenes.
luciano.pascoe@gmail.com
saludos...
Andres, coincido plenamente contigo. Supongo que aprte de la tragedia de neustro país es que esta secuestrado por una cultura política microscopica. TRansformarla es nuestro gran reto.
Publicar un comentario