
Algo pasa en el país. Las fuerzas conservadoras, tradicionalmente ubicadas en el Yunque y la Iglesia, están moviéndose, construyendo acuerdos y avanzando su agenda. Se ve y se siente por muchos lares, con varios audaces movimientos y, como siempre, lo hacen sin rostro, sin abrir los debates al público. Buscan detener la legalización del aborto, quitarle su hija a Alondra por ser una madre transexual, detener el debate sobre la legalización de las drogas y lograr que la pena de muerte se haga realidad.
Ahí vienen y no será una lucha sencilla detenerles, tienen dinero, poder, políticos a su servicio y ganas de —ahora sí— gobernar.
Se puede calcular su inicio en los estados de Baja California, Sonora y Morelos. Ahí parece que las condiciones estaban dadas para el avance de la reacción, del complot conservador. Ya son 16 los estados que se han sumado a esta ofensiva en contra de, principalmente, las mujeres.
Silenciosa como es, la derecha no anuncia sus victorias, no las festeja y no las hace motivo de debate. A eso le huyen, al debate. Prefieren —cómo templarios— ir logrando que las cosas retrocedan sin que nadie se dé cuenta del todo.
En estas entidades se ‘vacunaron’ contra el virus del derecho de las mujeres a decidir y modificaron sus constituciones locales para que el estado defienda la vida desde la concepción. Calladitos, los reaccionarios —imagínelos como guste—, construyeron una victoria que le costará mucho a la sociedad y las fuerzas progresistas revertir.
Estos ‘éxitos’ se lograron con el concierto del PAN y el PRI (que demuestran cada día más ser los adalides del pensamiento socialdemócrata) en sus cámaras locales, junto con los gobernadores correspondientes y los dirigentes de la jerarquía católica en cada entidad. Por supuesto que ahora al gobernador de Veracruz y al Estado de México ya les gustó la idea y la quieren empujar.
Todo por quedar bien con los que representan a la derecha y obtener sus favores económicos y electorales con miras al 2009 y el 2012. Pero los políticos son sólo pequeños instrumentos de un grupo fáctico que quiere detener el movimiento progresista en el país y asegurar que las cosas sólo cambien en su beneficio, en ningún otro.
Se les vio también asomados en la discusión sobre el cierre temprano de los bares y centros nocturnos en el Distrito Federal, felices de que se pierdan libertades y que los políticos sean tan torpes que supongan que los problemas de adicciones y de ebriedad se resuelven mandando a la juventud a dormir más temprano. No regulan el consumo del alcohol adulterado, no revisan las medidas de seguridad de un inmueble, ni proveen transporte público seguro a media madrugada, pero se sienten felices de que la juventud tenga menos tiempo para ‘pecar’, y que estarán, creen ellos, más temprano en sus casas. Esa es la derecha que, conservadora, desvaría pero avanza, usando una clase política poco entendida en sus temas. Solo la diputada SanchezArmas peleó por una ampliación de libertades, y no su reducción.
Usan a Humberto Moreira, gobernador priista, quien, ambicioso como es, mordió el anzuelo de ser noticia nacional y pasar de poco conocido a infame. Coahuila quiere que se legalice la pena de muerte. Quieren hacerlo porque saben que la sociedad está cansada, furiosa y sin alternativas para hacer frente a esta oleada de violencia que llegó ya a 5 mil muertes este año.
Aprovechan y lucran con el legítimo hastío y lo convierten en revancha, en venganza, y se olvidan que esa es la historia de la que venimos y de la que nos tenemos que alejar.
Pero para los conservadores lo mejor es que florezcan los peores sentimientos para que, con ellos, avance la agenda del rencor y del retroceso. La pena de muerte hoy es apoyada por el PRI y el Verde y, mire usted que cosas, rechazada por el PRD, el PAN y el PSD.
Usando a su histórico aliado, el PRI, la derecha percibe que el PAN deja de ser tan útil como lo habían pensado y recuperan al hijo prodigo, aquél que al dejar de ser viable, lo perdieron pero que hoy lo quieren recuperar ante su ‘inevitable’ crecimiento electoral.
El complot conservador no es torpe, ni ingenuo. Sabe que este momento, con las izquierdas despedazadas entre sí, mirándose sólo entre ellas, es el momento ideal para avanzar. Saben que hoy el representante más público de la izquierda es todo menos progresista y que no recibirán oposición.
Lo seguirán haciendo en todo el país, tratando de cerrar el paso a los movimientos progresistas, atacando la diversidad social y sexual, restringiendo los derechos a decidir y ampliando los derechos para matar. Seguirán tratando de imponer una sola manera de hacer familias y tratando de extinguir a familias como la de Alondra. Seguirán tratando de lograr que las instituciones de protección social y familiar sean promotoras de visiones únicas y excluyentes.
El objetivo final de este movimiento es el de regresar las cosas a su estado mas primal, dejar de reconocer el desarrollo de la gente, de la sociedad, del pensamiento, y retrotraer las visiones y versiones más antiguas de lo ‘correcto’ y lo ‘incorrecto’, regresarle al Estado su visión de buenos y morales contra malos e inmorales. Darle la posibilidad de venganza y revancha.
Este avance sólo encontrará fin cuando la sociedad se movilice para denunciar y evidenciar estos movimientos. Es tiempo de pensar diferente, de actuar diferente. No es demasiado tarde para hacer algo.
Es tiempo de recuperar el espacio público, no de concederlo; de ampliar las libertades, no de restringirlas; de abrir debates, no de esconderlos; de convencer sobre lo que creemos, no de imponer nuestras convicciones; de respetar a los distintos, no de intentar segregarlos.
El reto es impedir que se queden los reaccionarios con una clase política a su servicio. De eso se trata este tiempo, esta oportunidad, de detener el avance conservador.
Publicado en Crónica el Domingo 7 de Diciembre del 2008