marzo 17, 2012

La hélice de la violencia


Es innegable que la crisis de seguridad y la llamada guerra contra el crimen organizado tienen varios cimientos. Por un lado se nutre de los ríos de hombres y mujeres en busca de mejores oportunidades y que con escaso éxito se suman a las filas de los delincuentes. También se alimenta rabiosamente del dinero de los consumidores, principalmente norteamericanos, que llega por múltiples mecanismos de lavado de dinero auspiciados notoriamente por empresas de Estado Unidos, pero también depende de un mercado extremadamente lucrativo –algunos estudios lo comparan con el negocio del petróleo- el mercado de las armas.
Las tres aspas de la hélice: gente, dinero y armas.
Los datos oficiales son alarmantes, en este sexenio se han incautado cerca de 140 mil armas, con las cuales se podría abastecer cómodamente a los ejércitos de Guatemala, Honduras y Nicaragua juntos. Este tipo de estadística revela un escenario aterrador: los criminales en México poseen una capacidad de fuego descomunal y la ejercen prácticamente todos los días.
Las armas son además un símbolo de poder, usadas como trofeos, las adornan, visten y convierten en verdaderas joyas del mal gusto. La utilidad de las armas es, por tanto, también mística. En algunas bandas el proceso de avance en la escala de rangos se define a través de armas, se les percibe como cetros que marcan la jerarquía de los grupos.
Por eso no es menor que en la lucha contra el tráfico indiscriminado de armas hacia México hay reportes que calculan que más de 750 mil armas han cruzado hacia nuestro país por la frontera norte en los últimos años. Estas armas, vendidas a mansalva en más de 4 mil establecimientos a metros de nuestro territorio energizan y dan potencia a la descarnada batalla nacional. Esas armas matan mexicanos.
De ahí que hay que reconocer que el presidente Calderón se haya centrado tan activamente en promover que Estados Unidos tome medidas claras frente a este fenómeno.
En primer lugar se hace cargo de que sus aduanas son tan responsables como las nuestras en la entrada masiva de armas, parece que cargamentos de miles de armas y cartuchos simplemente escapan a su vista.
En segundo término promoviendo que se reactive una ley promovida por Clinton y desechada por la mayoría republicana de Bush llamada “Assault weapons ban” que detenía la venta masiva de armas largas a individuos. Hoy si uno tiene suficiente dinero solo tiene que entrar a una tienda de armas en Estados Unidos y pedir 400 cuernos de chivo, ponerlas en su American Express y en unas cuantas horas le serán entregadas donde usted disponga. Eso, bajo todo argumento es generador de violencia.
Y ahora con una campaña muy interesante y agresiva frente al silencio estadunidense, una campaña que inicio el día jueves cuando el presidente de la republica fue hasta Ciudad Juárez a inaugurar un enorme espectacular de 22 por 8 metros, que tiene un mensaje para el Capitolio, la Casa Blanca y los constructores de armas: “No more weapons” se lee en grandes letras metálicas hechas de armas confiscadas y destruidas.
Dijo Calderón con las palabras “no more weapons” a su espalda, “lo hemos pedido los mexicanos de varias maneras y en varios tonos. Hoy nuestra presencia aquí, en esta adolorida Ciudad Juárez obedece a que queremos hacer un nuevo y respetuoso llamado de atención al gobierno, al Congreso y a la sociedad estadounidense. Necesitamos su ayuda para detener esta violencia”. Esta imagen logró ser primera plana de la mayoría de los diarios fronterizos y nota relevante en toda la prensa del país vecino.
No más armas es la exigencia de un gobierno que lucha día a día contra un crimen que se alimenta como sanguijuela de dos de las más grandes adicciones norteamericanas: las drogas y las armas.
Y hasta que Estados Unidos y Obama no se hagan cargo y responsables de su tramo en esta historia seguiremos viendo como nosotros ponemos los muertos y ellos las balas.
A esta hélice de violencia hay que quitarle dos aspas al menos: el dinero y las armas, sin ellas no podrá volar.
@lucianopascoe

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