enero 15, 2012

La guerra de los egos

En el 2009 el hoy extinto Partido Socialdemócrata (PSD) planteo abiertamente la necesidad de entrar de lleno a un debate sobre la legalización de las drogas como camino central para abatir los índices de violencia y la ilegalidad que de ella se desprende. Fue la primera vez que un partido político lo hacía patente pero sin duda era sólo una de las muchas voces alrededor de este tema.
Esta propuesta lleva años en la mesa de discusión y es respaldada por personas como Carlos Fuentes, Fernando Savater y una cantidad importante de artistas, politólogos, sociólogos y gente de la vida pública.
Hoy este tema esta de regreso en la agenda nacional, tanto por el proceso electoral que se viene y las múltiples propuestas que habrá frente al tema de seguridad, como por el avance ineludible de la regulación de la mariguana en varios estados de la Unión Americana.
Es importante, por esto mismo, construir un piso mínimo de información para entrar a estos debates con un sentido constructivo y reducir a un mínimo las visiones caricaturescas o simplistas sobre la legalización del mercado de las drogas.
Este debate no es nimio, ni irrelevante. Puede ser el inicio de un cambio profundo en nuestra ruta de política pública hacia el entendimiento de la violencia como un fenómeno que va más allá de los narcos, más allá de buenos y malos, es un debate que nos obliga a definir qué tipo de políticas públicas aspiramos a tener, nos fuerza a definir que sistema de salud y que visión educativa queremos para México.
En esta primera entrega revisaremos los primero cuatro cuestionamientos más recurrentes al tema de la regulación del mercado de las drogas.
Me parece útil, entonces, darnos mayores elementos para que este debate encuentre un punto constructivo, más que de simple forcejeo verbal y retórico.

1 ¿Con la propuesta se promueve el uso de drogas?
De ninguna manera. Al contrario, es deseable acompañar esta propuesta con una campaña nacional a todos los niveles que muestre los riesgos de las drogas para la salud. También es partidario de que se apoye a los adictos sin que se les considere delincuentes, sino enfermos que ahora son usados por los narcotraficantes como carne de cañón y por algunos policías que los chantajean.

2 ¿Esta idea propone un acuerdo con los narcos o perdonarles sus delitos?
No. Para empezar, los primeros que están en contra de la legalización de las drogas, son precisamente los narcotraficantes, pues son ellos quienes obtienen enormes ganancias económicas, mediante el tráfico ilegal de drogas. Los narcos son los únicos beneficiados, los únicos que han logrado amasar enormes fortunas y un poder que pone en riesgo la estabilidad y hasta la existencia del Estado.
La regulación del mercado se debe acompañar de asegurar el mayor castigo legal posible y la lucha sin tregua contra estos delincuentes.

3.- ¿Esta propuesta desprecia la lucha de policías y el Ejército en contra de la delincuencia ligada al narco?
Independientemente de estar a favor de la legalización, la labor que llevan a cabo policías, jueces, autoridades judiciales, soldados e instituciones de todo el país es digna de un enorme reconocimiento, sin embargo, su labor está atada a una visión de coyuntura en la medida que la estrategia requiere de triunfos militares y policiacos exclusivamente para decirse exitosa. Legalizar las drogas también es un nuevo enfoque al papel que deben jugar los servidores públicos en todos los órdenes, desde el militar hasta el aduanal.

4.- ¿La estrategia del Gobierno Federal está equivocada?
El Gobierno federal ha tomó la decisión de enfrentar a los grupos del crimen organizado para recuperar el control de ciertas regiones y para replegar a los grupos criminales abiertamente desplegados en ciertas zonas del país y recuperar así lo que es conocido como el monopolio de la violencia en el país. Esta decisión se ha acompañado por estrategias para prevenir el consumo de drogas y con depuraciones de cuerpos de seguridad estatales. Frente a estos objetivos la estrategia del gobierno federal, en mi opinión, no ha fracasado, sin embargo tampoco parece tener mucho futuro.
La realidad impone que las soluciones a largo plazo tienen que ver con cambios rotundos en nuestra visión de país y de estado. En nuestra convicción de que es más fácil prevenir adicciones y atender el problema de salud publica que se genera con las drogas si estas están reguladas, a que si son simplemente ilegales.
Hoy los Estados Unidos esta cada vez más cerca de regular por completo su producción y consumo de mariguana, paso indiscutible hacia una regulación transversal de drogas, y nosotros tenemos que lograr estar del lado más progresista y de vanguardia de este asunto, y no sólo del conservador lugar que es el que reacciona sin proponer.
Tan importante es recuperar el control de las instituciones y del país por la vía policiaca, cómo lo es plantearse un avance sostenido hacia una política inteligente frente a las drogas y no sólo arcaicamente punitiva.

5.- ¿Qué lograría la legalización de las drogas?
Por una parte, la idea de legalizar las drogas está dirigida a acabar con la principal fuente de poder de los grupos dedicados al narcotráfico, que son los recursos que provienen de la venta ilegal de drogas. Sin dinero no tendrían posibilidad de comprar tantas armas, de corromper o amenazar a las autoridades, etc. Es evidente que sabemos que la legalización no acabaría de facto con el crimen organizado, pero lo heriría mortalmente.
Por otro lado, los recursos obtenidos por el consumo de adultos que son dueños de su cuerpo podrían generar para el Estado la posibilidad de dar más dinero para las tareas de prevención y combate a las adicciones, pues actualmente se destina a dichas acciones, menos del 5% de los recursos disponibles para el combate al narco.

6.- ¿Cómo marchan las cosas en países donde está permitido el consumo de algunas drogas?
Es cierto que el consumo no ha bajado en esos países, pero también es cierto que los gobiernos no realizan campañas intensas para evitar las adicciones debido a que no son un problema de salud pública o de delincuencia. Sin embargo, al haber control del Estado se ha logrado que no haya crimen organizado potente relacionado con el consumo.

7.- ¿El consumo de drogas ilegales mata a muchas personas?
Falso. Mata más personas el consumo de alcohol y nuestro desmedido gusto por el azúcar (diabetes, obesidad, problemas cardiovasculares) en nuestro país que el consumo de drogas. Por supuesto, ninguna de estas adicciones es recomendable, pero al hacerlas legales se facilita su dimensionamiento y su combate por la vía correcta: la responsabilidad de las personas hacia su salud y la de los suyos.
Por más problemas asociados al consumo de bebidas alcohólicas, nadie en su sano juicio considera viable la idea de prohibir su consumo, pues se argumenta, se estaría generando un tremendo problema de contrabando ilegal o mercado negro, que daría lugar al surgimiento de mafias abocadas a la producción, venta y distribución de bebidas alcohólicas, tal como ocurre con las drogas actualmente.

8.- Si se legalizan las drogas ¿su consumo aumentaría exponencialmente?
Es posible que ante la despenalización del consumo de drogas, el número de consumidores aumente debido a la curiosidad de muchos por conocer los efectos de ciertas sustancias recientemente legalizadas o bien porque ahora están subestimados los registros, pero no hay evidencias de que se vaya a elevar exponencialmente.
Actualmente, es muy fácil conseguir drogas, incluso para niños y jóvenes, legalizar las drogas facilitaría controlar los sitios de venta y, por supuesto, impediría que quienes no deban tener acceso las obtengan.
De acuerdo con datos de la encuesta realizada por María de las Heras el 68% de la población no fuma mariguana porque no quiere, no porque sea ilegal. Asimismo, el 88% asegura que quienes quieren fumar mariguana lo hacen, sea ilegal o no.
Ahora bien, la marihuana es la droga de mayor consumo a nivel nacional, con cerca del 4.4% de la incidencia; seguida de la cocaína, con 2.5%; los inhalables, con 0.7%; metanfetaminas 0.5%; alucinógenos 0.4% y heroína 0.2%.
Los debates sin información se convierten en diálogos de sordos y actos de retórica. Más temprano que tarde lograremos, como sociedad, dar un paso evolutivo en nuestra forma de ver y resolver el mundo.

La legalización de las drogas es un debate inaplazable en nuestra clase política y en la sociedad en su conjunto. No rehuyamos de él, pero tampoco le entremos sin información. Un debate sin información es –solamente– una guerra de egos.

@lucianopascoe

diciembre 25, 2011

El epicentro del 2012

El 6 de julio de 1997 se daría la primera elección de diputados locales y Jefe de Gobierno de la Ciudad de México. Después de años de forcejeos y pugnas se había acordado la elección y los partidos se aprestaban a dar lo que sería la batalla intermedia más importante `e los tiempos recientes.

Ese año Cuauhtémoc Cárdenas debatía con su grupo cercano sobre cómo construir las condiciones más propicias para que las elecciones del 2000 significaran el final del PRI en los Pinos.

El debate era complicado y las condiciones nacionales las agravaban. Crisis económicas, crisis sociales, guerrillas y violencia eran la vida cotidiana. Frente a esto existían dos rutas, ir a pelear el Distrito Federal o seguir el camino hacia la presidencial. El riesgo era grande, si Cárdenas ganaba la ciudad se abrían caminos para crecer políticamente. Si perdía podía ser la estocada final para el movimiento de transformación que necesitaba el país.

La decisión final es por todos conocida, Cárdenas optó por jugarse todo en el Distrito Federal y mandar una señal a todo el país de que el PRI podía ser derrotado.

Para alcanzar el éxito la izquierda tendría que lograr hacer su mejor campaña, una moderna, dinámica, que conectara con toda la población y diera certezas sobre el futuro.

La idea central de esa campaña era sencilla y poderosa: recuperemos nuestra ciudad. Ése era el llamado que hacía el PRD para que en la primera elección las y los capitalinos votáramos y confiáramos en la figura Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano.

La campaña resultó exitosa por varias razones. En primer lugar el llamado era muy pertinente, el deterioro de la ciudad y el deterioro de la democracia en México hacían del cambio un fenómeno inescapable. La gente del epicentro político del país llevaba años con derechos limitados en materia política y además la tensión hacia el gobierno priista era ya enorme. Ahí pues residía la semilla más importante para que esta campaña prosperara. Había que recuperar la ciudad.

En segun`o lugar, se consiguió la primera campaña verdaderamente profesional de la izquierda mexicana.

Spots de primera, estrategia de marketing, uniformidad estética, la inversión planeada. Los resultados fueron evidentes, frente a una buena campaña, con buena manufactura y eficiencia comunicacional, la izquierda se alejó de esa imagen rijosa y contestataria que capitalizaba tan bien el gobierno priista. Logró alejarse de la marginalidad y volverse una oferta transversal.

Incluso fue en 1997 cuando por primera vez se dio una contienda en Internet, los tres contendientes más importantes tuvieron sus propios sitios web y aun con las incipientes tecnologías de esa época se gestaron debates electrónicos importantes.

El 6 de julio la ciudad de México le dio su primera gubernatura a la izquierda y con el 48 por ciento de los votos Cárdenas venció a Alfredo del Mazo, del PRI, y a Carlos Castillo Peraza, del PAN.

La gestión del Ing. Cárdenas con claroscuros y de sólo tres años permitió que el PAN avanzara con Fox e impulsó el segundo triunfo en el año 2000, fecha en la que Andrés Manuel López Obrador encabezó la izquierda en la ciudad.

Seis años después, con una historia muy distinta, la ciudad de México otorogó a la izquierda y a Marcelo Ebrard un tercer triunfo consecutivo.

La persona que encabece el Gobierno de la ciudad enfrentará la disyuntiva de dar marcha atrás a lo logrado por sus antecesores e implementar políticas públicas contrarias a las de la izquierda, por un lado, o mantener la mira en la construcción de una sociedad más libre, que ejerza sus derechos y goce de los servicios que, por ley, la administración capitalina le ha de proveer.

Frente al 2012 el valor estratégico de la ciudad regresa como espacio crítico y de conjugación para la diversidad, retoma su relevancia electoral como eje de debate y por ello será crucial para el desenlace del 2012. El Distrito Federal volverá a ser el epicentro de la lucha política y electoral.

El PRI requerirá de sus candidaturas más afiladas, con mejor discurso y trayectoria para darle a Enrique Peña la ventaja y credibilidad que necesitará. El PAN tratará de tener una candidatura que respalde la fórmula presidencial y al mismo tiempo le permita recuperar el espacio que ha perdido como oposición en la ciudad y el PRD tendrá que tener la carta con mejores credenciales progresistas y de experiencia profesional para garantizar a la gente que esta ciudad no será botín de clientelas o grupos de interés, sino, por el contrario, un espacio para que las libertades y los derechos se sigan consolidando.

Twitter: @lucianopascoe

diciembre 20, 2011

La fuerza de la inercia


El 28 de junio de 1995, agentes del agrupamiento motorizado de la policía guerrerense dispararon en contra de un grupo de miembros de la Organización Campesina de la Sierra del Sur (OCSS) que se dirigían a un mitin político en la población de Atoyac de Álvarez (región de la Costa Grande), matando a 17 campesinos. Los mataron en caliente, sin mediar palabras, porque era parte de una política de seguridad y de estado.

Guerrero siempre ha sido bravo. Eso dicen los de ahí. Que son de sangre caliente. Eso bien puede ser, pero no explica ni menos justifica la forma en la que los policías y los gobernantes ajustan cuentas con sus detractores o críticos.

El 12 de marzo de 1996 el entonces gobernador de Guerrero, Rubén Figueroa Alcocer, solicitó licencia para separarse de su cargo como consecuencia a la matanza injustificada e indescriptible —en esa época matar ciudadanos te ganaba el despido, no la cárcel— y ese mismo día el Congreso de Guerrero, de mayoría priista, designó como Gobernador sustituto a Ángel Aguirre, quien era secretario de gobierno en ese momento.

La sociedad civil y la izquierda recibieron una trágica pero notoria razón adicional para continuar su lucha contra el régimen priista y su autoritarismo. Aguas Blancas se convertiría en un sinónimo de atrocidad, de violencia y de dolor. Aguas Blancas significaría uno de los momentos trágicos del decadente régimen y una razón más para votar por otras fuerzas políticas. Aguas Blancas explicaba sin palabras la urgencia del cambio en México y daba oxígeno a las voces de oposición, en particular a la izquierda.

A nivel internacional este tipo de hechos consolidaron la idea de que el PRI ya no contaba con la capacidad para continuar gobernando y que su consenso social estaba en franca extinción.

Ángel Aguirre llega al gobierno en medio de la turbulencia política y social, y se enfrenta como cómplice de la masacre a un estado dolido y explosivo. Y, dado que lo suyo no es la audacia, decide darle continuidad a las políticas autoritarias, siendo el responsable de El Charco, comunidad indígena en la que el 7 de junio de 1998 fueron acribillados 11 indígenas que dormían en una escuela rural, las asociaciones civiles y la izquierda aseguran que ahí inicia la segunda andanada de asesinatos de policías estatales contra campesinos que eran críticos al régimen.

Aguirre demostró en su primer gobierno ser inercial. Continuó la inercia del autoritarismo, la inercia de la corrupción y la inercia de la lógica terrateniente. En Ometepec, su tierra, la pobreza es rampante y evidente. A menos de que uno sea un corcel fino del rancho de Aguirre. El ahora gobernador por segunda ocasión, tiene entre sus haberes caballerizas con aire acondicionado y piso firme. Mucho más de lo que puede decir la población de Ometepec.

Pero la tragedia de la historia de Aguirre no es ser quién es. No. Es ser hoy representante de aquellos que lo combatieron y de aquellos a los que aplastó. Confirmando los más trágicos dichos de que los pueblos tienen los gobernantes que merecen, hoy México tiene la izquierda que merece. Hoy Ángel Aguirre es gobernador del PRD.

Resulta que la izquierda para mantener ‘la plaza’ olvidó que Aguirre es lo que es. Un gobernante autoritario y que seguiría siendo inercial, sin importar sus colores, su geometría política, Ángel Aguirre será un gobernante igual al que fue. Él es quien es, y representa a la izquierda mexicana.

Hoy, este gobernador tiene que explicar la excesiva violencia con la que sus policías atacaron a estudiantes que protestaban sobre la Autopista del Sol. Hoy la izquierda tiene que explicar cómo unos despidos son suficiente frente a la muerte flagrante de dos jóvenes, que si bien rijosos, no tendrían por qué estar muertos hoy.

Hoy la izquierda toma el lugar del régimen que tanto luchó por desterrar, y tiene que tratar de justificar con ceses y despidos lo que sólo con justicia y cárcel se puede resolver.

Todos en política tienen derecho a cambiar de posición, a renovar sus lecturas sobre la realidad y hasta a cambiar de partidos. Lo que parece ser imposible es pensar que por el simple hecho de cambiar de partido la gente cambia su forma de hacer y entender la política y el servicio público.

Hoy Ángel Aguirre es exactamente el mismo que gobernaba cuando asesinaron a esos 11 indígenas. Hoy Aguirre explica y oculta información de los estudiantes abatidos, igual que cuando era secretario de gobierno durante Aguas Blancas.

Twitter: @lucianopascoe

diciembre 10, 2011

Organizando el caos

En una campaña electoral hay dos cosas que no pueden faltar: dinero y estructura de operación. Para que ambas cosas resulten en un buen producto se necesita construir una organización que ordene procesos y dé jerarquías estratégicas.

Al final del día el éxito de un proceso electoral se mide en votos y para conseguir un voto, según calculan los expertos, se debe tocar al ciudadano al menos cuatro veces.

Esto implica que para que un ciudadano sienta el mínimo impulso de votar debe ser: 1) visitado por la estructura de promoción en su casa o en la vía pública, 2) ser aludido por la propaganda, sentirse identificado y ver sus necesidades en el marketing, 3) después necesitará refrendar sus opiniones y sensaciones positivas en un espacio de comunicación, es decir ver al candidato en una entrevista de tv, y por último 4) un refrendo boca a boca en la vida cotidiana, que más gente comparta la idea de respaldar a un candidato, confirma una inclinación.
Esa construcción de votos implica muchas cosas, pero una fundamentalmente: organización electoral. La organización natural de una campaña implica: ordenar al candidato, ordenar al equipo de campaña, ordenar al partido y coordinar las relaciones estratégicas de la campaña. Y eso nos lleva a la parte central de una campaña: el candidato y su rol indiscutible para ganar un proceso.

Una de las características más recurrentes en las campañas es que el candidato, ante la ansiedad natural de ganar la contienda, se convierta en el hombre-orquesta y quiera definir todo. Hay algunas reglas centrales al comportamiento esencial.
Un candidato NO es coordinador de campaña y tiene que dejar que los responsables de las áreas actúen y decidan. Si el candidato quiere tomar todas las decisiones caerá en muchos más errores que si deja a los encargados jugar su papel, cada quien debe cubrir su parte y hacer su trabajo. El candidato no puede hacerlo todo.

Por ello nunca debe ser jefe de marketing, y en política es muy recurrente ver a los políticos ‘saber’ que quiere la gente y convertirse en diseñadores y mercadólogos. Un candidato exitoso deja que los expertos encuentren las traducciones correctas de sus ideas en propaganda y en spot de tv, y debe aprender a dejarse ayudar y respaldar. Tampoco puede ser el vocero único. Hay muchos temas en una campaña que el candidato no debe aclarar, explicar o resolver. Por ello es indispensable que se desarrollen vocerías estratégicas para cada tema, las respuestas a las campañas negras, por ejemplo, requieren de voceros estratégicos.

Ahora bien el candidato sí debe ser el liderazgo y el motivador primordial de su equipo, debe ser un constructor de acuerdos y alianzas y un perpetuo sumador de voluntades a su proyecto. La correcta distribución de cargas y controles hará que el candidato se dedique a construir votos y a los demás a construir los medios para ello.

Por ello un candidato debe delimitar muy claramente sus tareas. Debe ser en primer lugar el que toma sólo las decisiones estratégicas y no todas las decisiones, para ello su coordinación de campañas y su cuarto de guerra debe presentarle los dilemas y sus escenarios, y no sólo los dilemas.

Además debe tener un manejo pulcro y cuidadoso de su agenda. Nada peor que un candidato que llega 3 horas tarde a un evento. Habla mal de la persona y habla mal de su equipo. Pero además demuestra poco respeto por el tiempo de los demás.
Si logra no estar tomando mil definiciones y sólo las relevantes y ordenar su agenda podrá entonces dedicarse a las únicas dos cosas a las que se tiene que dedicar un candidato: conseguir votos y juntar recursos para mantener la estructura operando.
Votos y dinero. Eso y sólo eso debe pensar un candidato durante una campaña.

Mientras tanto la estructura de campaña deberá ocuparse de la promoción, de la propaganda, de los medios, de la logística, y para ello es indispensable construir una cadena de mandos claros y responsabilidades nítidas. El tiempo es valioso y escaso en una campaña, y también el dinero. Así que se debe nombrar a un coordinador de campaña eficaz, construir grupos para la toma de decisión estratégica y el análisis y que se lleven soluciones a los responsables y no sólo problemas. O como dice la jerga ‘el remedio y el trapito’.

Organizando el caos...


La semana pasada iniciamos una relatoría de lo que debe ser, idealmente, una organización electoral y como las piezas deben irse adecuando para conseguir la mayor cantidad de votos. La organización natural de una campaña implica: ordenar al candidato, ordenar al equipo de campaña, ordenar al partido y coordinar las relaciones estratégicas de la campaña.
Ya habiendo revisado lo que debe y lo que NO debe hacer un candidato, vale la pena que abordemos el resto de los asuntos que componen un proceso político.

El equipo de campaña debe ser un equipo lo más compacto posible en el ámbito de las decisiones y lo más extenso posible en lo operativo. Esto es que la coordinación de campaña debe ser ejecutiva, centrarse en lo más relevante y discernir bien frente a lo urgente.

Esto es importante puesto que es muy común ver a los responsables en una campaña lidiando todo el día con temas menores pero absorbentes.
Una coordinación de campaña tiene que atender al menos cinco temas, todos ellos conducidos por el espacio llamado cuarto de guerra, o war room, en donde convergen las personas indispensables para definir, diariamente, el rumbo de campaña.

El primer tema es la operación territorial que implica implementar un esquema que permita construir una estructura de promoción del voto. El ideal es llegar a tener operadores electorales hasta por cuadra o por sección electoral. Es un hecho que una campaña con una buena estructura territorial logra tocar más puertas, hacer más efectiva la propaganda y reforzar su estructura de vigilancia de casillas. Algunos aseguran que una operación territorial puede significar hasta 6 puntos porcentuales en una elección.

El segundo asunto son los medios y la propaganda, es evidente que los medios son los principales voceros de una campaña y el correcto manejo de prensa es indispensable. En la medida en la que una campaña está bien cubierta en los medios de comunicación, su potencia y sus mensajes llegan a los votantes con mayor eficacia. Además es central lograr que el candidato asista a las entrevistas preparado, con información relevante sobre los temas a tocar y listo para colocar sus mensajes clave.

La propaganda es una de las áreas más complejas y relevantes de una campaña. Lograr que la propaganda este en tiempo y forma nunca es sencillo y menos que llegue a su destino correcto. Una estructura política lista para movilizarse sin propaganda es inútil y se desmoraliza. En la medida en la que la propaganda este en algo útil, su longevidad es mayor, por eso es que el panfleto ha sido desplazado por playeras, gorras, encendedores, plumas, etc. Lograr que los espectaculares, las vallas, los spots y las playeras estén sintonizados estéticamente y en el lugar correcto es un trabajo arduo y complejo. Existe ahora también el ángulo del internet y las redes sociales que juegan un determinante papel en las elecciones.

El tercer tema a cuidar en una campaña es el de logística y eventos, pues es el momento de lucimiento del candidato. Algunas recomendaciones básicas incluyen no construir una agenda que obligue a siempre estar retrasados, la puntualidad es un valor a cuidar, se debe de entrar siempre por el área más nutrida y tomarse su tiempo para saludar a los asistentes – a veces esto es más importante que el discurso mismo-.
Además es natural que esta área tenga tres equipos básicos: el de avanzada que llega al punto, asegura que todo funcione, y en cuanto llega el candidato se va al siguiente evento, el equipo que va con el candidato y va atendiendo todo lo que surja de momento y el equipo de retaguardia que se queda a levantar el registro, tomar peticiones al candidato, etc.

El cuarto tema son las finanzas, tanto en su parte de recaudación de fondos, como en su parte de ejercicio del gasto. Toda estructura necesita recursos y en una campaña siempre hace falta más dinero. Uno de los secretos para unas buenas finanzas electorales es la planeación, saber siempre cuanto se requerirá para cada etapa y cuidar cada peso. Cada peso tiene que estar invertido en conseguir votos.

Por ultimo está el tema de la jornada electoral. Desde el principio de la carrera electoral se debe definir un responsable que empieza a coordinar los preparativos para esa fecha. Desde los alimentos y distintivos para los representantes de casilla, la estructura de defensa del voto, los abogados, el centro de cómputo, la sala de prensa, etc.

Como es evidente, una campaña requiere de una enorme y sofisticada organización y los candidatos presidenciales tendrán que construirse los mejores equipos para lograr que todas las piezas marchen en ritmo y tiempo. Quien logre tener el mejor equipo tendrá, sin duda, los mejores resultados.
@lucianopascoe

diciembre 05, 2011

¿A cuánto la docena de ideas?

Las campañas políticas son tan viejas como la humanidad, y no están limitadas al tema electoral o gubernamental. Algunos ejemplos de campañas políticas no electorales son el esfuerzo para ejecutar o desterrar de Atenas a Sócrates en el Siglo V a.C., o la puja para desbancar a Michael Eisner de la dirección de la Walt Disney Company.

Pero sean electorales o no, tienen más o menos los mismos elementos centrales: ideas, dinero, activismo, alianzas y comunicación.

En nuestro país las campañas electorales tienden a ser vistas como una guerra de propaganda y de dinero por alcanzar el poder. En ellas, según la idea popular, se debate con el desprestigio, la calumnia y se va minando la credibilidad del adversario hasta lograr una evaluación entre el electorado: yo soy menos peor que mi rival.

Esta es una visión que sólo toca la parte más estridente de una contienda y por ello es que en estas entregas de Cuarto de Guerra presentaré elementos que integran la complejidad de una campaña electoral: Desde las ideas y posiciones ideológicas, pasando por la organización electoral, la preparación del candidato, la recaudación de fondos, hasta la jornada electoral.

El primer paso en todo proceso de planeación electoral es la definición programática. Al final, y en esto no hay que errar el análisis, las elecciones son una guerra de ideas. Unas más sofisticadas, otras menos. Pero al fin y al cabo ideas. El secreto entonces de una campaña electoral es la de consolidar ideas desde el marco ideológico y definiendo los valores que guiarán el trabajo siguiente.

Acto seguido se inicia con la definición de la agenda de propuestas a partir de la evaluación de fortalezas y debilidades, amenazas y oportunidades de un país. Este ejercicio (FODA les gusta llamarlo a unos) debe responder ¿cuáles son los grandes retos en áreas económicas, sociales, políticas?Así determinan los temas a atender en la campaña. Ningún candidato presidencial en este 2012 podría evadir el tema de la inseguridad, en cualquier evaluación FODA de México, queda claro que esa es una de las mayores amenazas en el futuro si no se atiende.

Una vez establecidos el marco ideológico y la agenda de propuestas se deben combinar las ideas con las características del personaje político, sus fortalezas y sus debilidades buscando traducir las ideas a un tono discursivo que conecte con la personalidad del candidato. Si un candidato tiene una imagen amable y generosa y su tono discursivo es agresivo y autoritario, provocará una contradicción que puede ser costosa. Si al revés demuestra ser analítico, sofisticado pero perseverante, puede potenciar su imagen.

Así pues, la suma adecuada de ideología, análisis de la realidad, construcción de propuestas y tono discursivo resultan en una campaña consistente, congruente y sólida. Las ideas dan a la política su sentido original de existencia y deben seguir siendo el eje fundamental del debate público. Esto explica que todos los partidos y candidatos están realizando foros para exponer sus ideas, presentando libros con su visión del país, impulsando iniciativas legislativas y tratando de consolidar la mejor ecuación entre sus ideas y su personalidad.

En esta elección veremos docenas y docenas de ideas, habrá que dilucidar las que cumplen con este ejercicio y las que son sólo trámites argumentales.

Twitter: @lucianopascoe