Las campañas políticas son tan viejas como la humanidad, y no están limitadas al tema electoral o gubernamental. Algunos ejemplos de campañas políticas no electorales son el esfuerzo para ejecutar o desterrar de Atenas a Sócrates en el Siglo V a.C., o la puja para desbancar a Michael Eisner de la dirección de la Walt Disney Company.
Pero sean electorales o no, tienen más o menos los mismos elementos centrales: ideas, dinero, activismo, alianzas y comunicación.
En nuestro país las campañas electorales tienden a ser vistas como una guerra de propaganda y de dinero por alcanzar el poder. En ellas, según la idea popular, se debate con el desprestigio, la calumnia y se va minando la credibilidad del adversario hasta lograr una evaluación entre el electorado: yo soy menos peor que mi rival.
Esta es una visión que sólo toca la parte más estridente de una contienda y por ello es que en estas entregas de Cuarto de Guerra presentaré elementos que integran la complejidad de una campaña electoral: Desde las ideas y posiciones ideológicas, pasando por la organización electoral, la preparación del candidato, la recaudación de fondos, hasta la jornada electoral.
El primer paso en todo proceso de planeación electoral es la definición programática. Al final, y en esto no hay que errar el análisis, las elecciones son una guerra de ideas. Unas más sofisticadas, otras menos. Pero al fin y al cabo ideas. El secreto entonces de una campaña electoral es la de consolidar ideas desde el marco ideológico y definiendo los valores que guiarán el trabajo siguiente.
Acto seguido se inicia con la definición de la agenda de propuestas a partir de la evaluación de fortalezas y debilidades, amenazas y oportunidades de un país. Este ejercicio (FODA les gusta llamarlo a unos) debe responder ¿cuáles son los grandes retos en áreas económicas, sociales, políticas?Así determinan los temas a atender en la campaña. Ningún candidato presidencial en este 2012 podría evadir el tema de la inseguridad, en cualquier evaluación FODA de México, queda claro que esa es una de las mayores amenazas en el futuro si no se atiende.
Una vez establecidos el marco ideológico y la agenda de propuestas se deben combinar las ideas con las características del personaje político, sus fortalezas y sus debilidades buscando traducir las ideas a un tono discursivo que conecte con la personalidad del candidato. Si un candidato tiene una imagen amable y generosa y su tono discursivo es agresivo y autoritario, provocará una contradicción que puede ser costosa. Si al revés demuestra ser analítico, sofisticado pero perseverante, puede potenciar su imagen.
Así pues, la suma adecuada de ideología, análisis de la realidad, construcción de propuestas y tono discursivo resultan en una campaña consistente, congruente y sólida. Las ideas dan a la política su sentido original de existencia y deben seguir siendo el eje fundamental del debate público. Esto explica que todos los partidos y candidatos están realizando foros para exponer sus ideas, presentando libros con su visión del país, impulsando iniciativas legislativas y tratando de consolidar la mejor ecuación entre sus ideas y su personalidad.
En esta elección veremos docenas y docenas de ideas, habrá que dilucidar las que cumplen con este ejercicio y las que son sólo trámites argumentales.
Twitter: @lucianopascoe
diciembre 05, 2011
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