

Desde entonces la propaganda de guerra y la política fundieron, y han surgido una serie de principios interesantes para entender lo que estarán tratando de lograr los candidatos en los próximos tiempos.
1. Principio de simplificación y del enemigo único. Adoptar una única idea, un único símbolo. Individualizar al adversario en un único enemigo.
2. Principio del método de contagio. Reunir diversos adversarios en una sola categoría o individuo.
3. Principio de la transposición. Cargar sobre el adversario los propios errores o defectos, respondiendo el ataque con el ataque.
4. Principio de la exageración y desfiguración. Convertir cualquier anécdota, por pequeña que sea, en amenaza grave.
5. Principio de la vulgarización. Toda propaganda debe ser popular y sencilla. La complejidad es enemiga de las consignas.
6. Principio de orquestación. La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente.
7. Principio de renovación. Hay que emitir constantemente argumentos nuevos a un ritmo tal que, cuando el adversario responda, el público esté ya interesado en otra cosa.
8. Principio de la verosimilitud. Construir argumentos a partir de fuentes diversas. ‘No lo digo yo, lo dicen muchos medios’.
9. Principio de la silenciación. Acallar las cuestiones sobre las que no se tienen argumentos.
10. Principio de la unanimidad. Llegar a convencer a mucha gente de que piensa «como todos los demás».
Durante las precampañas, que inician de diciembre a enero, cada equipo de campaña empezará a desplegar sus estrategias propagandísticas. Veremos sus consignas, sus ideas y su imagen. Veremos quienes tienes la audacia de retar al ciudadano y ponerlo a pensar, a discutir. Al final estas campañas deberán interpelar a la gente, hacerla voltear y pensar sobre política. Y tomará ventaja quién aproveche mejor la fuerza de sus consignas.
@lucianopascoe
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