En este proceso electoral hemos escuchado mucho sobre pocos temas y poco o nada sobre asuntos relevantes para la vida de nuestra sociedad.
Todos los candidatos han delineado con mayor o menor talento su programa de crecimiento económico y de generación de empleos. Curiosamente ayer la candidata panista, Josefina Vázquez Mota hizo una defensa sólida y clara del estado que guarda la economía nacional: no estamos mal. Sin embargo la percepción generada por el proceso político es completamente distinta.
En el tema de la seguridad y la violencia descomunal que hemos visto, todos se acercan a las mismas ideas. Aquí hay poco que proponer y los candidatos, con algunos matices en derechos humanos y encuadre estratégico, terminan por reconocer que seguirán la misma estrategia que el actual gobierno. Y tienen razón, en este punto no hay inflexión posible, solo dirección y fuerza.
Frente a casos como la batalla por Sinaloa y el recrudecimiento de la violencia en Nuevo León, para diciembre que asuma el nuevo presidente, el camino no habrá de variar: profesionalización de federales, operativos militares para reforzar a fuerzas locales y purgas transversales en las instituciones de seguridad.
Así podemos ir desgranando los temas y los ruidos. Mucho ruido sobre promesas cumplidas o no, mucho ruido sobre ser o no diferente, mucho ruido sobre la potencia o no de la juventud. Pero pocos temas.
Entre todo este ruido hay algunos silencios que son más graves o preocupantes que otros, y estos silencios se debiesen de romper para dar paso a dilucidar si hay grandes distancias entre los propios candidatos.
Un tema que no ha relucido en el debate nacional es el de la vida internacional y la agenda nacional frente al mundo. ¿Qué tipo de papel queremos jugar? ¿Cómo recuperamos un lugar en el concierto latinoamericano? ¿Qué potencia y perfil se le dará a la cancillería?
Es relevante porque en unas semanas se realizará en México la reunión de los veinte países más importantes del mundo. El famoso G20. Los Cabos serán escenario de una de las cumbres en las que se discute el mundo, su agenda y se avanzan alianzas estratégicas para atender las grandes preocupaciones globales.
Se discutirá la crisis económica mundial y en particular la europea, se revisarán acciones colectivas e individuales, los mandatarios se reunirán entre ellos para revisar las relaciones y los temas entre todos los países. Es un momento de enorme importancia global y no tenemos idea de que opinan los candidatos de estos sucesos, o como se asumen frente a las incertidumbres de la globalización.
No sabemos qué les parece más importante si la relación con estados Unidos o con Sudamérica, no sabemos qué opinan de la posición económica de nuestro país en el mundo, ni las prioridades frente los debates globales. No sabemos qué tipo de política internacional querrán impulsar y que estrategias utilizarán para estrechar lazos con otras naciones.
Y es importante este debate porque si algo es cierto es que nuestro país enfrenta una crisis de imagen, la violencia y sus estragos son un tema abordado recurrentemente en noticieros extranjeros y no siempre con una visión equilibrada, más viene estridente. Y nuestra realidad no ayuda, su estridencia es evidente, es cegadora.
Los 49 cadáveres mutilados que aparecieron en Cadereyta son el tipo de noticia que nos construye una reputación, que instala ideas sobre qué es México.
Esto hace aun más crítico que nuestra clase política tenga este tema olvidado. Porque los medios y mecanismos para enderezar la imagen país deben ser puestos sobre la mesa del debate y no sólo pensar en que nuestra solución se dará sola.
Quitarle a México los tonos de la guerra contra las bandas criminales, se logra con una visión integral del país que somos y del país que queremos ser, y esa definición está ausente de las elecciones, de las campañas.
Me gustaría oír, conocer y entender qué tipo de políticas públicas, estrategias políticas y mecanismos de comercialización sugieren los contendientes para remontar nuestro lugar y asegurar que tanto el turismo como la inversión no nos consideren un lugar poco seguro o disfuncional.
Hoy sabemos todo lo que hace el gobierno federal en este sentido, conocemos la política internacional del presidente Calderón y sabemos que dedicó gran parte del sexenio a recuperar las relacione deterioradas por un foxismo irrespetuoso y beligerante. Sabemos que ProMéxico avanza con campañas de posicionamiento frente a la realidad para dar información precisa a los públicos objetivos de la verdadera magnitud de la inseguridad, y su sectorización.
Ojala los candidatos recuperen la memoria y hablen de este y otros temas olvidados.
@lucianopascoe