No
importa donde se alinee uno. Si del lado de los garantistas que consideran que
sin ‘debido proceso’ solo hay locura, o dentro los que creen que el Papa es un
fenómeno ineludible. La realidad es la misma: necesidades políticas frente a
fenómenos públicos. Para
Sarkozy, presidente en campaña de Francia, la liberación de Florance es una
señal en si misma de la fuerza e influencia del líder sobre sus ciudadanos. Es
una señal de razón permanente, de inteligencia y perseverancia por el ‘Francés’.
Para
México y su gobierno la certeza de la prisión para Cassez es una demostración
de la certeza de la justicia mexicana. Es una carambola que explica la limpieza
con la que se trata de realizar hasta en la lucha contra el crimen organizado.
Para el gobierno mexicano demostrar que Florance es culpable es demostrar que
en nuestro México se pelea contra los enemigos de la paz con la justicia en la
mano.
Para
la corte mexicana es una demostración de libertad y autonomía, es una
justificación de lo que son y de lo que hacen. Tomar una resolución contra las
presiones –las que sean- en este caso demostrar que la corte es un espacio
garante de cada uno de nosotros, un lugar en el que se combate la injustica, la
prepotencia, el autoritarismo, y hasta la ineficiencia, es indispensable y
suficiente motivo para que siga el debate en pleno.
Todos
tiene algo que ganar y que perder en el juicio que lentamente se hunde en el
fango de la ignominia cuando sus tiempos se colocan lejos de las necesidades electorales
de ambos gobierno, en particular del francés.
Una
vez pasada la elección, Francia va a las urnas en abril en mayo del 2012 y México
el 1 de julio, la tensión sobre este asunto será diferente. Con el matiz de que
es posible que Sarkozy siga en el poder y es seguro que Felipe Calderón saldrá
del gobierno. Y por ende que para Francia este siga siendo un asunto de relevancia
local mientras que para nosotros ya tendrá muchos menos tintes políticos.
El
caso del Florance Cassez demuestra cómo el motor político sí actúa e influye en
las decisiones y situaciones que prevalecen en la vida pública, así como
modifica las posiciones y las apuestas entre las naciones.
El
caso de una convicta secuestradora –y aquí discrepare con la mayoría de comentaristas
en La Razón- que por motivos procesales es considerada potencial inocente es
parte de una lógica equivocada en nuestro sistema. Sistema que premia la
torpeza y mezquindad de los procedimientos, proceso que coloca el centro del
debate las horas en las que pasó sin atención consular y no las horas que
pasaron las victimas en cautiverio. ‘Sin debido proceso es inconfirmable que es
culpable’ dirán algunos. Seguramente. Pero la realidad es más compleja que eso.
La
realidad debiese exigir un análisis de cuantos de los culpables lo son y
cuantos no. El debido proceso obligaría, en nuestro laberintico y jodido
sistema judicial a liberar a prácticamente todos los presos en el país. Es más
casi estoy seguro que frente a la dimensión de las condiciones que se plantean
para una detención hasta el Chapo estaría libre ya –sin necesidad de haberse
fugado en pleno Foxismo-.
El
dogmatismo del debido proceso no reflexiona sobre el verdadero, al menos en la humilde
opinión de un servidor, meollo del problema: nuestros sistema judicial -amado y
vitoreado por mas de uno de los defensores de Florance- parte de una infame
condición: esta construido para la supervivencia de los ricos, los leídos y los
abogados. Nadie más.
¿Dónde
esta pues la critica contra la ineficiente y lenta instauración de la reforma
penal que hace del sistema judicial uno oral? ¿Donde están las voces que
exigen, desde este caso, la reforma eficiente para la actuación de las fuerzas
policiacas?
¿Dónde
están las voces que aprovechan el evento Florance para avanzar una agenda legal
progresista en México y no sólo la agenda de la ineficacia y ceguera del
gobierno en turno?
Es
tiempo de tomar la realidad y usarla en favor de una nueva manera de ver al
país. Una manera constructiva y sensata, que promueva que nunca más haya un
indígena preso por falta de dinero, o un narcotraficante libre por que demostró
que no hubo debido proceso en un sistema imposible.
Bien
dicen los abogados, esos a los que conmino a que sean parte de la solución y no
sólo de agónico debate, nadie esta obligado a lo imposible.
Y,
hoy por hoy, ganar un juicio a la buena en México, es un acto heroico, casi
imposible. No debemos estar condenados a lo heroico, sino a lo justo.
@lucianopascoe
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