mayo 13, 2012

CNTE-SME: días de furia


Cada vez que hay alguna movilización social masiva, conocidas como mega marchas. Rea parece en muchas mesas y sobremesas el debate sobre la regulación de las marchas y de las manifestaciones públicas.


Este debate esta en vigencia desde hace años y notoriamente desde mediados de los noventas en particular con la llegada del PRD a al jefatura de gobierno de la ciudad y la crisis natural que conlleva administrar la movilización social. Y no ha encontrado una solución funcional y sustantiva aún.

Y si normalmente es tema, en tiempos electorales es inescapable tema. Es que es entendible que la ciudadanía busque voces que ofrezcan soluciones y que los políticos quieran ser quienes den luz sobre el asunto.

Lo primero que vale la pena decir es que contrario a la posición tradicional de la izquierda, estar a favor de la regulación de las marchas no es, bajo ningún término, ser un derechoso que fomenta la violencia urbana o de estado. Los radicales gustan de extremar posturas y la idea libertina de la manifestación y el bloqueo les parece correcta y gustan de señalar al que diga que se deben regular como autoritario.

La verdad de las cosas es que cualquier ideología medianamente sensata entiende que los derechos de transito y las condiciones de vida cotidiana se deben respetar para todos los individuos y que esta ciudad con unos pocos cierres se vuelve invivible.

La frágil estabilidad vial de nuestra ciudad se desmorona en el momento en el que los ciudadanos ponemos por delante nuestros intereses personales en lugar de los comunitarios. Y cualquier gobierno sea de izquierda o derecha debe tener un punto de inflexión sobre cuando ese equilibrio esta en juego.

Cuando la viabilidad vial (valga la expresión), está en juego, la autoridad debe encontrar formas audaces y contundentes para lograr con la mínima violencia recomponer el equilibrio –o protegerlo-. Ese debiese ser el valor a tutelar el equilibrio de la vida urbana.

No es inusual que en un día como ayer de quincena y marchas masivas, cualquier traslado se convierta en una vía crucis. Es un proceso inacabable de frustración, enojo y finalmente resignación. Eso puede pasar en cualquier gran conglomerado, pero debiese pasar menos y menos en nuestra ciudad capital.

Lo segundo que hay que tener claro es que la marcha y la movilización en muchas ocasiones –pero no siempre- es un último recursos de grupos sociales que ya no encuentran formas de ser escuchados y atendidos por las autoridades, sean cuales sean, y eso implica directamente que no todos los grupos son mezquinos y absurdos en sus reclamos. Es decir: sí hay una diferencia entre la marcha de Sicilia y las sistemáticas y burdas movilizaciones de los 400 Pueblos. Sí hay una diferencia entre las movilizaciones de conmemoración del 2 de octubre –con todo y sus loquitos- a las del SME con sus demandas demenciadas.

Es urgente y obvio que debemos construir, sin ánimos partidistas y de rédito político, un acuerdo social sobre que debemos permitir y que no. Es hora de un debate serio y fundado sobre como queremos vivir y por ende que reglas aplicables para todos debemos conciliar.

Las marchas y los bloqueos, en mi opinión, deben ser tipificados y catalogados según su impacto. Unos vecinos que cierran una calle en su colonia no son iguales a un grupo que cierra una arteria principal o una vía rápida.
Por eso es que es tan importante construir una visión sin apasionamientos y con la mayor objetividad posible.
Los bloqueos y marchas diseñados para poner en riesgo la vida de la metrópoli deben ser contenidos y reprendidos, ¿reprimidos? No me gusta la idea, pero sin duda debe haber claridad sobre cuando se usa la fuerza pública y cuando no.

Nuestra ciudad esta urgida de estrategias que generen mejor calidad de vida, y una ineludible es recuperar algunas de las horas que los traslados nos roban en esta ciudad. Cualquier aspirante a gobernarnos en el Distrito Federal deberá tener una posición clara sobre como mejorar la movilidad urbana y garantizar ciertas condiciones mínimas para ella.

No veo viable seguir teniendo cada 3 semanas, un par de días de furia como los que hemos vivido jueves y viernes en esta ciudad. Es infame y es transversal: afecta a todos y más a los grupos mas pobres que dependen día a día de su lenta y mal diseñada red de transporte urbano metropolitano.

@lucianopascoe

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