mayo 13, 2012

El valor de lo subjetivo


Después del arranque de campañas, todos los equipos políticos se preparan para meter segunda velocidad. A partir del lunes se acabó la etapa mansa de presentación de los candidatos presidenciales y entramos a la etapa del contraste, de las diferencias, de los ataques, de los debates, de los ajustes de los spots, de las impugnaciones.
Son ya quince días los que han transcurrido de campaña y las señales de lo que sigue se van volviendo más claras. La contienda electoral saldrá de la Semana Santa y entrara, cual montaña rusa, a la parte vertiginosa, complicada y de mayor riesgo para los contendientes.
Entramos al momento en el que los errores cuestan más que nunca y los aciertos menos que siempre. Este es el tiempo en el que la declaración más descontextualizada, el tartamudeo y el mareo se vuelven, aún, más públicos, relevantes y contundentes.
Y sin embargo los aciertos, las propuestas de fondo, las ideas sofisticadas, se diluirán en un mar de lemas, frases y candidaturas de ‘tierra’ como se le llama. Los medios vivirán buscando noticias, escándalo, grabaciones y videos. Tratando de ser la pieza que cambia todo.
En este momento la mayoría de las encuestas señalan que existe un 20 por ciento de indecisos, de votantes que no han tomado una decisión final sobre cómo y por quién votarán. Según estimaciones este porcentaje significaría más de 10 millones de personas que, más allá de sus afinidades partidistas, están por decidir cómo votar.
Y es altamente probable que usted sea uno de ellos. Una persona que no está convencida de cómo votar y quiere esperar un poco más a ver qué persona le resulta más útil a su imagen de país –o menos mala.
Pero si, como decíamos, viene la peor etapa del proceso electoral, en el que veremos más golpes y menos ideas, ¿cómo hará la ciudadanía, la gente, usted, para tomar decisiones en un ambiente así de revuelto? ¿En qué hay que poner atención como elector y en qué no?
La realidad es que el próximo mes y medio el número de indecisos se reducirá dramáticamente, pasará de 20 por ciento a menos de 8 (al menos así es como ha sucedido tradicionalmente en nuestro país). Estaremos confirmando gustos o disgustos políticos en la etapa más tensa y densa de la campaña.
A partir de este momento veremos críticas abiertas y directas contra Enrique Peña Nieto, sus adversarios estarán tratando de consolidar un voto anti priista, un voto del recuerdo de los años en los que un solo partido mandaba.
Recuerdo que la mayoría de los votantes jóvenes no tiene horizonte y por ende será una campaña para grandes, para adultos mayores. Seguramente Peña y el PRI no se quedarán mirando a sus detractores atacarlos y tendrán cosas qué decir de los 12 años panistas y en particular del último sexenio. López Obrador sin duda se subirá tarde o temprano al camión de la crítica a ambas partes. De Gabriel Quadri yo no esperaría una dura campaña negra, pero sí una de distinciones permanente de los otros competidores. Su éxito radica en ser distinto.
Veremos también la disciplina táctica o su ausencia. Esta disciplina es lo que hace de un candidato, un ganador. Mantenerse en la ruta, no moverse con los vaivenes de una campaña, resistir la ansiedad de dar golpes de timón, es una virtud y demuestra talante y talento.
En particular será interesante ver como cada uno encara los ataques y enfrenta a sus detractores, ver si logran mantener la calma sin volverse un objetivo estático.
Al final lo más importante en este siguiente mes, es conocer a nuestros candidatos bajo presión de la campaña. Ver cómo enfrentan los cuestionamientos, cómo manejan la presión de ir abajo o arriba, cómo encaran los malos tiempos y cómo aprovechan los buenos vientos.
No tendremos mucho contenido para decidir sobre ideas, pero sí muchas señales del sustento emocional y personal de cada candidato. Veremos a la verdadera Josefina al tratar de remontar, a López Obrador mantenerse amoroso o subirse al ring de las descalificaciones, a Enrique Peña aguantar la presión de puntero y a Quadri tratar de adquirir mayor relevancia.


Éste es el momento de lo subjetivo.


@lucianopascoe

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